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    saya

    Oct 13, 2024

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    saya estaba sentada junto a la ventana, observando cómo los matices del crepúsculo se adentraban en la noche. la ciudad zumbaba, ajena al torbellino que se agitaba en su pecho. las calles, con sus luces parpadeantes y sus rincones bulliciosos, eran un mundo que una vez compartió con él. cada esquina, cada café, cada sombra guardaba fragmentos de sus conversaciones, secretos susurrados y sueños inconfesables. pero ahora, esas calles le resultaban extrañas, como si pertenecieran a alguien totalmente distinto.

    el suave zumbido de su teléfono vibró contra la mesa, pero no necesitó comprobar la pantalla para saber que no era él. hacía tiempo que no era él. era un dolor familiar, uno que le arañaba las entrañas, una sensación de saber y no saber, de estar atormentada por preguntas que nunca encontrarían respuesta.

    "ella lleva tu collar, pero yo tengo lo que a vos te gusta".

    el pensamiento la golpeó como un escalofrío repentino. había visto las fotos, los posts... su nuevo amor desfilaba orgulloso por el paisaje digital. una chica que llevaba su camiseta, que se sentaba en su asiento de copiloto, ocupando los espacios que antes ocupaba saya. pero había un hilo invisible entre saya y él, un vínculo que ninguno de los dos podía negar, aunque ambos fingieran que ya no existía. ella lo conocía mejor de lo que debería, mejor que nadie. había una parte de él que aún le pertenecía, aunque él nunca lo admitiera. ella podía sentirlo en las noches en que se quedaba despierta, su presencia rondando como un espectro en la oscuridad. estaba con otra persona, pero saya era la única en su mente.

    "ella te tiene ahora, pero yo sigo en tu mente".

    su historia había empezado de forma inocente, dos almas que se encontraban en el caos de un mundo abarrotado, que encontraban consuelo en los silencios compartidos y en las conversaciones nocturnas. esas noches eran sagradas para ella, que se quedaba despierta hasta el amanecer, con la voz baja y el corazón abierto. ella le había dado partes de sí misma que nunca había compartido con nadie más. a cambio, él le dio algo fugaz pero profundo: la sensación de ser vista, realmente vista.

    pero siempre había lagunas en sus palabras, pequeñas omisiones que insinuaban cosas no dichas. ella recordaba la forma en que hablaba de su día, cómo le contaba todo excepto un detalle crucial: ¿dónde estaba ella? la otra chica, la que nunca supo que existía hasta que fue demasiado tarde.

    "debería haberlo sabido. deberías haberlo sabido mejor que yo".

    saya no era ingenua. había visto las señales. el modo en que sus ojos parpadeaban con vacilación cuando ella le preguntaba sobre ciertas cosas. el modo en que sus respuestas se volvían más lentas, más calculadas, como si estuviera eligiendo qué verdades revelar y cuáles ocultar. pero ella las había ignorado, creyendo en la ilusión de su conexión, esperando que su amor, su vulnerabilidad, pudieran de algún modo anclarlo a ella. se equivocaba.

    la traición le dolió, no porque él hubiera elegido a otra, sino porque ella se había dejado engañar. había pasado noches en vela, esperando sus mensajes, dándoselo todo y, a cambio, él le daba mentiras envueltas en medias verdades. era como si hubiera estado hablando con una versión de él que no existía, un fantasma de lo que él pretendía ser.

    "noches en las que te quedabas hablando, me lo contabas todo menos dónde estaba".

    lus luces de la ciudad se desdibujaron mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, pero saya se negó a dejarlas caer. ya había llorado demasiado por él. ya no había lugar para la tristeza, solo para la fría claridad de la comprensión. lo había descubierto. no era el hombre que ella creía que era. era alguien que tomaba sin dar, alguien que no podía enfrentarse a sus propios sentimientos, alguien que tenía miedo de la profundidad que ella le ofrecía.

    "ahora te entiendo".

    se levantó, apartando la silla, las patas de madera raspando el suelo como un susurro de finalidad. había terminado con él, con las noches en vela, el corazón dolorido y la espera interminable. ya le había dado suficiente poder sobre ella, pero ahora lo reclamaba.

    el mundo exterior seguía vivo, seguía moviéndose, y ella también. saya sabía que no lo olvidaría, ni los momentos que compartieron, ni las lecciones que había aprendido del dolor. pero también sabía que ahora era más fuerte. se había enfrentado a la verdad y, al hacerlo, había vuelto a encontrarse a sí misma.

    habría otras noches, otras conversaciones, otros amores. pero esta vez, ella lo sabría mejor. nunca se dejaría enamorar por alguien que no pudiera ofrecerle la misma honestidad que ella le ofrecía. nunca más se dejaría ser la segunda opción de alguien, el secreto de alguien.

    el cielo nocturno se extendía infinitamente sobre ella, lleno de estrellas en las que nunca se había fijado. y al mirar hacia arriba, sintió que algo se desprendía de su pecho, como un peso que había cargado durante demasiado tiempo. era libre. respirando hondo, saya se alejó de la ventana y se adentró en la noche. el mundo la esperaba y ella estaba dispuesta a reclamarlo, a su manera, sin que nada la detuviera. y en algún lugar, en las profundidades de la ciudad, él sentiría su ausencia, igual que ella había sentido la suya. pero esta vez, ella no estaría allí cuando él la llamara.

    saya

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