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No hay nostalgia peor que añorar lo que no sucedió

.f.

Oct 11, 2024

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No hay nostalgia peor que añorar lo que no sucedió
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No hay nada más alejado de la realidad que esta nota. No hay nada más desacertado que la ingenuidad en un mundo lleno de intereses. Este mundo feliz donde tienes a alguien cercano que quiere resolver las cosas, que te muestra un poco de sus infiernos, pero solo para que lo conozcas. Dejo estas tontas añoranzas de niña ingenua.

Me sentí como una mosca feliz siendo amiga de una araña que quería devorarme viva. Sentí que usaron mi necesidad material para llevarme a la guarida del lobo, con costumbres afiladas, que no reniega de su forja por miedo a perderlo todo y quedarse sin nada. Me sentí como la perdiz amiga del cazador que esconde su arma en el pantalón y, ante la curiosa pregunta, explica que en realidad es un tambor. No quiero sentirme más ingenua, más utilizada, más manipulada, usada, ultrajada, con la vida destrozada.

Aunque me haya quedado sin voz. Aunque el dolor me haya destruido. Aunque no me crea ni Dios. Aunque me juzguen ante tu silenciosa voz. Aunque me desprecien por mis errores. Aunque nadie pueda dar fe de tu meticulosa deslealtad y tu traición gota a gota. Aunque digan que estoy loca. Esta es mi hoja y tengo el privilegio de poder hablar con total sinceridad.

El escenario más feliz. Exagerada la felicidad. Con todas las manipulaciones patas para arriba y la progresión oscurecida de las luces de gas transpuestas a un lugar donde no importa ni importará. A bajarle el precio a tu estrategia silenciosa. Aquí es una simple cuestión de forma.

A pesar de que casi nunca pude llorar delante de tu persona, se me caen las lágrimas, gota a gota, mientras escribo que me duele mucho porque me mostraste quién eras de la peor forma. Que te hubiera abrazado igual de la mejor manera. Pero ese barco zarpó hace tiempo. Se encuentra en el universo de moléculas azules, que reflejan la ilusión del cielo, que no es más que el universo.

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Destrozaste la tierra a la que volver. No me hables de crueldad otra vez. Recuerdo cada estretegia silenciosa para manipularme. Recuedo cada vez que tirabas de mi culpa católica, de mis heridas de abandono rechazo y soledad, recuerdo cada vez que me volvías a tirar par que sea un destrozo emocional. Podría describir cada una de las veces. Recordar cómo me hacías sentir mal por no "pensar en mi amiga" cuando tenía la mente destrozada por vos.

Yo se quien soy. Me puedo ir tranquila de que yo no le arruiné el mundo ni la vida ni la existencia a nadie. Que siempre fui honesta. Que seimore fui de frente. Que nunca me proveché de que los demás no podían procesar sus emociones y heridas. Vos no sos más que una mentira. Los que te abrazan abrazan una mentira. Y yo perdí porque me dacaste la vida porque donde había vida dejaste muerte, pero no se puede ganar contra los traidores. Recuerdo cada interacción. Cada pequeña conversación, dónde creí que hablaba con un hermano y me estabas cagando. Destruiste las defensas de una persona y en ese estado le destrozaste la vida. No sos más que una mentira arreglada. Una verdad mal contada. La gente buena si no quiere a alguien en su vida no le usa para descargar toda su mierda junta y después la deja sin entorno ni lugar. La gente buena va al gym, habla de sus problemas. Pero seguro te sirvió para ser buenito con las personas que valen la pena. Lo que hiciste es comparable a una tortura emocional y lo hiciste bien hijo de puta para que sea totalmente inverosimil el momento en el que decidas que mi cerebro viva dos veces una tortura y que se pueda enfrentar a traves de la literatura, como una tonta. Y eso cuando vos lo decidas. Cuando pensé que nunca jamás podría sentirme más humillada y ultrajada, me sacaste la única posibilidad de vivir una vida con dignidad. Dónde había amor vida y sanidad ahora hay muerte.

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Sobre el amigo que merecía. Entre Marzo y Junio 2024.

—Amiga, tomemos unos mates y charlemos de algo.

—¿Pero qué pasó? —dijo, ligeramente incómoda, ante las palabras de su amigo y jefe.

El confidente de la más abrupta inexperiencia. La relación de enseñanza y aprendizaje, de poder. Un mundo de hombres, un rubro de hombres. Así funciona.

Él era una de esas cuatro o cinco personas en el mundo por la que haría todo para no fallarle. En eso, trató de ser lo menos dramática y sensible posible. Siempre le decía y ella siempre le creía. Disimuló, o eso trató, pero ya se empezaba a desesperar, el ritmo cardíaco al nivel de los acelerados pensamientos que se aplastaban en la mente. ¿Pero qué hice mal? Hacía un repaso de todas las situaciones en las que no sabía cómo actuar pero actuó igual. Posibles errores. Quizás todos. Amigo, qué decepción. Las presiones materiales, emocionales, vinculares... llevaban la cabeza a un estado de neurosis, incomodidad e indecisión... pero sabía que si había un problema, lo mejor era charlar con un amigo en el abrigo de la conciencia y tranquilidad. Todo eso en un segundo. No dijo nada, solo se podía escuchar su corazón palpitar.

—Tranquila, amiga. Te propongo juntarnos pasado mañana a las 19 y lo charlamos bien —y con una sonrisa culpable, volvió a repetir—. Vos tranquila.

—Bueno. Pero puede ser el jueves a las 7. El miércoles no puedo.

—Dale, pero que sea a las 6, que más tarde no puedo.

—Ay, amigo, me encanta que podamos llegar a un acuerdo de esta manera. Me ayuda con la neurosis —una gran sonrisa en el rostro hizo que se moviera de un lado al otro. Lo miró de costado y le dijo—. Sé que sos más de la espontaneidad y sos muy "no" así... Por eso agradezco que... —hizo un gesto con la mano, como trayendo el aire hacia ella, mientras alejaba el cuerpo de la mitad para arriba, dándole lugar al oxígeno que se movía—. Nada —se quedaron en silencio. Un titubeo de baja autoestima la recorría. Hasta que encontró las palabras—. Que cambies esa forma vincular para que podamos comunicarnos mejor y... sé que somos muy diferentes, que es muy desafiante para vos como lo es para mí y...

—...sos una progre —dijo, después de repetir el nombre completo cambiando la segunda letra del apellido por la U.

Mientras la miraba desafiante con sus pequeños ojos oscuros como jugando a pelear. Pero sabía que era lo que a ella más le dolía. Jamás le haría eso a una de sus mejores amigas.

Se dieron un abrazo y se fue caminando. Lo vio irse con ternura, como a un hermano. Sus movimientos se volvían más metálicos a medida que se alejaba en el horizonte. Hermanos de esos que extienden su hojalata para cuidar.

Lo vincular siempre les había costado. A él le gustaba provocar y pinchar. Mostraba un abanico de opciones en vez de preguntar. Ella etiquetaba "amigo" en la frente de los elegidos y seguía todo lo que decían con la seriedad de las palabras y la disposición merecida. Sin embargo, hacía un esfuerzo con el chiste, trataba de seguir el lenguaje no verbal, se adaptaba a su forma de provocar y, entre el amor, aceptación y desafío, exploraba lo que no podía seguir. A veces no entendía la mitad de lo que decía, pero lo quería. Esperaba con la paciencia del amor y la confianza. Esperaba el día en que finalmente se entenderían.

La tranquilidad de los buenos días y dos turrones por convidar. Aunque estaba un poco nerviosa porque sabía que ese día iban a hablar de la incomodidad. Se había preparado para el momento. Sabía lo que costaba tocar el conflicto. Hablar de la tensión. Era afrontar un escenario penoso pero iba a hacer el esfuerzo. Por los amigos, el universo entero.

El dolor constante agudiza las fibras de la percepción y produce un horror que impulsa el cuerpo a salir corriendo. Fuera de la conciencia escala progresiva e incesantemente hasta transformar en huida la disposición a la vida.

Quizás la entrega desmesurada, aguantar y dejar pasar, no sea la mejor forma de amar. Quizás hay que anticipar la traición siempre como una posibilidad. Quizás hay mucho por aprender. El abuso por goteo. Nada peor que esperar.

Volviendo a este ensueño de pájaros verdes y bancos de la plaza sin pintar, se podía oler el cielo celeste de un otoño que no había llegado a la mitad. Las hojas amarillas y la luz radiante, como si la oscuridad de la noche fuese una leyenda poco cercana que alguna vez había escuchado, de un oriente muy lejano.

—Hagamos mate —dijo ella, buscando su predilección en la dopamina de las hierbas que la movían.

—No... hacete cargo —pronunció el nombre—. Hacé vos, ni ganas... estoy cansado de laborar.

—Ah, y yo no... además me invitaste vos... ¿hacete cargo? —le dijo entre curiosa y confundida.

—Dale, hacé mate.

—¿Por qué asumís que cuando digo algo en general me refiero a vos...? Ya te dije. Es una afirmación de la que partir y veremos quién se hace cargo de eso. Podemos jugar a algo... un piedra, papel o tijera a tres y el que pierde hace.

—Perdón, amiga. Ya me dijiste. A veces respondo en piloto automático.

—No bajás la guardia, che...

Tomó el termo con una mano y comenzó el ritual diario. El humo se elevaba por los aires. Las capas confusas desaparecían como palabras sobrantes que pasan cerca del dolor y lejos de lo que importa. En estado de vapor se perdían los laberintos y recovecos y solo quedaba una imagen clara. Permanecía la precisión y energía para resolver el acontecer y seguir la vida. La tranquilidad de los pájaros, la confianza de los pies posados en el pavimento, el abrigo del atardecer lo hacía mágico, amistoso y anterior a los momentos de desborde sinuoso. Los minutos pasaban y el tiempo no se detenía.

—Bueno, amiga. Ya sé que esto es difícil, pero tenemos poquito tiempo.

—Yes, sir. Largálo ya... con cuidado, porfa —dijo detrás de una risa nerviosa.

—¿No notaste que tus emociones son muy fuertes? Se van para el otro lado. El otro día en el trabajo estabas absorbida por un problema con dos tablas de Excel. Estabas ida.

—¿Cuándo...? Ah, sí. Entré en lo que llamo el círculo del drama. Es como una burbuja. Cuando toco fondo, pego un salto y ya está.

—Pero... "vos no te das cuenta. Pero además de que transmitís mucho... no te concentrás en nada más". Va más allá de un concepto estético. Te tenés que cuidar. ¿Lo charlaste con la psico?

—Tenés razón. Lo voy a tratar de mirar de esta manera y lo hablaré con A. Gracias por decirme. Valoro mucho este gesto de cuidado y...

—Dale boluda.. cuidate. Te podría haber dado un beso en la mano en el medio de la oficina y te habrías dado cuenta después de tres días... despertate, amiga.

Fue un sueño y se despertó sola.

.f.

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