No hay nada más.

Me escribo cuando siento que mis emociones se desbordan y necesitan contenerse en un par de líneas que me ayuden a poder navegar en este ruido mental, que me lleva de la mano a oscuros rincones de mi mente que me gustan descubrir. Tengo muchas dudas, siento que el alma es tan frágil que siendo suave se aterciopela con la maldad misma y siendo duro se emblandece con la humanidad de mi corazón. Todo esté tiempo me he percatado que busco algo, algo que pienso que perdí y jamás va regresar a mí, algo que quizás esté en ti o quizás en alguien más, algo que me revele todo lo que debo recordar y perdonar, amar y odiar, luchar o desvivir. Pero no lo encuentro y siento que quizás no hay nada más que hacer, por qué no existe tal cosa, tal perdición. Solo soy yo infligiendo una nostálgica perdida para aliviar a mi alma y ser dura para no perder la bondad,pero ¿es eso necesario?

Hay miles de noches que se rompen, miles de silencios que me ahogan en desesperación, miles de pensamientos que me dicen que si mañana no estás habré perdido todo, pero otras veces no es importante por que también existen noches que no se rompen y son firmes, noches donde el ruido son risas que me ahogan en alegría y miles de pensamientos que me dicen que me tengo y no me he perdido.

En su momento te encontré pero eso nunca significó que algún día te tuve, solo que coincidimos en un instante de la eternidad y nos libramos de la pérdida, dando solo paso a las jaulas lujuriosas del cariño, al cielo abierto y libre del amor, cediendonos el uno al otro mutuamente. Y después ya no hay más...