No hace nada
Porque Dios no hace nada mientras sus hijos lloran.
Porque Dios no hace nada mientras sus hijos gritan de dolor.
Porque Dios no hace nada mientras sus hijos son torturados.
Porque Dios no hace nada mientras sus hijos son asesinados.
Los humanos le confiamos demasiado
a un ser que se ríe de nuestra desgracia,
que seguro piensa que los torturados fingen cuando mueren,
que seguro cree que las acompañantes merecen sufrir.
La gente que sufre reza,
con la esperanza de poder superar esa situación,
con la esperanza de volver a sentir alegría.
Pero en realidad, Él te mira con desagrado mientras lo haces,
como si tus lágrimas lo aburrieran,
como si tu fe le resultara un ruido molesto.
Mientras el diablo condena a las malas personas,
Dios les da segundas oportunidades,
incluso a quienes no las merecen,
como si disfrutara verlos hacer daño a la sociedad.
Me gustaría, un día, hablar con Él,
porque estoy segura de que iré al infierno.
Preguntarle por qué deja que tantos inocentes sufran,
y que tantos sinvergüenzas sigan libres,
por qué calla cuando más lo necesitamos,
por qué no tiembla el cielo cuando matan a un niño.
Quizás me diría que todo tiene un propósito,
que el dolor enseña, que el sufrimiento purifica.
Pero ¿qué lección puede haber en la sangre?
¿Qué pureza puede nacer del llanto de una madre?
Dicen que hay que creer sin ver,
pero yo he visto demasiado,
he visto plegarias morir en gargantas secas,
he visto cruces clavarse en espaldas inocentes,
y he visto al cielo mirar hacia otro lado.
Porque Dios no hace nada.
Y, tal vez, ese sea su castigo más grande:
ser testigo de nuestra miseria,
y aún así,
no mover un solo dedo.
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