Desde que entramos por esas puertas, los conocimientos y los conceptos forman parte de un diseño curricular, que al mismo tiempo está dentro de un sistema, compuesto por distintos engranajes que hacen que ese sistema educativo funcione o “funcione”. Nos enseñan que la matemática, es una ciencia que partiendo de axiomas y siguiendo el razonamiento lógico, estudia las propiedades y relaciones entre distintas entidades, como números, figuras geométricas o símbolos. Nos enseñan a usar compás y regla para medir, nos enseñan a leer y escribir, teorías gramaticales para analizar oraciones, sustantivos, adjetivos; nos enseñan a subrayar y a resumir; nos enseñan el funcionamiento del cuerpo humano y de los animales, todos los sistemas que lo componen, nos enseñan los ciclos de los ecosistemas; nos enseñan que lo que está dentro de las normas y socialmente aceptado está bien. Sin embargo, no nos enseñan por qué el pasto recién cortado huele tan bien, no nos enseñan que dos más dos no siempre es cuatro, que distintas variables, a lo largo de la vida pueden influir a sumar o restar, no nos enseñan a leer la mirada de la persona que queremos, cuando sabemos que algo le pasa. No nos enseñan que lo emocional muchas veces es mas importante que lo intelectual, que un abrazo es mas relevante que tener las respuestas de la prueba de álgebra, que a veces el tiempo no se puede medir, que las distancias son relativas, más cuando el corazón está involucrado. No nos enseñan qué hacer cuando extrañamos a alguien que ya no está, no nos enseñan a apreciar un paisaje, o el valor de un consejo de tu abuelo. No nos enseñan que la música y lo que nos provoca, pueden ser más importantes que saber cuándo un triangulo es isósceles, equilátero o escaleno.
No nos enseñan que la vida no hay que resumirla, y que lo que tenemos que subrayar son las cosas importantes, lo que nos hace felices. Que las cosas que valen la pena no son cosas. Que una nota no define quien sos, ni quien podés llegar a ser. Que no somos todos iguales, que lo distinto no está mal, que aceptarte como sos y quererte tiene más valor que tener el mejor promedio del aula.
No nos enseñan que la vida no es exacta, que no hay fórmulas, y que la manera de resolverla está compuesta por lo que dicta el corazón.
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