No estoy segura qué soy

Hace unos días, y con motivo de un taller de escritura, leímos un ensayo de Úrsula Le Guin sobre ser tomada por granito. En él, ella menciona que no sabe qué es, no quién. Comienza a enumerar materiales hasta llegar al barro. Se encuentra en la maleabilidad, en la permeabilidad y la adaptabilidad del barro. Al principio no se reconoce, pero se nombra hasta encontrarse.

Preach it, Úrsula. En toda esta confusión de ser y dejar de ser, entre lo cercano y lo lejano, en la transitoriedad del cambio, me pregunto ¿Cómo empiezo a reconstruir este autorretrato si ya no entiendo en qué sentido van las piezas que yo misma desordené? No hay más que hacer que confiar en que recordaré los componentes fundamentales para construir un nuevo orden. Uno que me vuelva a hacer sentido.

En esta aventura en la que me embarco, existen solo dos caminos y una decisión. Preservar mis cadenas (que según he podido apreciar, son solamente sostenidas por propia voluntad), bajarle la mirada al miedo y permanecer dónde estoy. O, no sin temblar, dejar caer las ataduras de lo viejo que ya me encuentran incómoda en mi propia piel, hacerle frente a este miedo de abandonar lo conocido. Solo si tenemos las manos libres podemos correr las cortinas del telón y ver qué hay detrás esperando. Hoy me encuentro en el barro, como Úrsula lo expresa: un suelo tan adaptable e incierto.

Aún no estoy segura de qué soy. A qué cuerpos, a qué formas animadas o inanimadas, me asemejo. Qué me compone, me constituye, me integra. En general siento que habito una oscuridad total, que a veces se ve iluminada por inesperados (pero bienvenidos) lapsos de consciencia. Todavía no me hallo renacida, aún estoy en proceso de descomposición, ¿Cuál será esta forma final que me espera? Y de todas maneras ¿Cuál es la forma final de las cosas? Siempre se puede renegar y empezar de nuevo.