No esperemos nada más

Quizás esta noche es la que necesito, una noche de contradicción. Aún el tratamiento conmigo no termina, pero te escribo porque así está siendo nuestra relación en este momento. Y como te dije, me voy a contradecir en algunos aspectos. Debes saber que, aunque muera de ansias por verte, físicamente no te buscaré. No me lo voy a permitir, aunque en verdad muera de ganas de hacerlo. Y no te mentiré: hoy pude ir, pude buscar tu mirada y confrontarla, ponerte contra la pared y esperar que me des una explicación de por qué. ¿Por qué me tienes en este limbo? ¿Por qué sentencias mis emociones? ¿Por qué, durante todo este tiempo en que te esperé e insistí, no fue suficiente? Quizás no. La verdad, hubiera querido hacer más. Pero también soy una persona orgullosa, aparte de egoísta, y más allá de eso, me di cuenta de que también soy irrespetuosa. Menos mal que no te busqué hoy, porque hubiera sido un desastre.

Bueno, hoy puedo otorgarte un poco de aceptación ante esta situación. Quizás otro día cambie de parecer, pero al menos quiero que sepas lo que pensé hoy: que quizás está bien que te hayas ido. Y si planeas volver, te pido que no lo hagas. Si te diste cuenta de que soy yo, te pido que lo reconsideres. Yo no creo serlo. Después de mucho tiempo, para mí sería fácil aceptarte, como si nunca te hubiera hecho daño, pero no es lo que mereces. Así que piensa bien… o, mejor dicho, no pienses en mí.

Yo no podría aceptar que mi amor es más grande que el de otro, o incluso que el tuyo sea más grande que el mío como para perdonarme. Busca tu corazón y ponlo en el lado correcto, en el lugar donde fuiste más feliz, donde supieron valorarte, donde pudiste crecer. Sé que después de esto sabrás que nunca podré ser yo.

Y si vuelves por mí, dame una mirada feliz, un beso en la mejilla, un abrazo cálido, y después dame la mano para despedirte de mí. Entonces yo podré agradecerte. Y también podré ser feliz.