He llegado a la conclusiónn de que las personas que fotografiamos siempre salen bien cuando las queremos.
Claro, uno busca buena iluminación, que los sujetos queden bien encuadrados, que la foto no salga movida, que no estorbe objetos en el fondo; pero incluso cuando eso no se logra, cuando se ama a la persona fotografiada es inevitable que el resultado sea una buena foto.
Como si sus ojos fueran más brillantes y por ahí se les saliera un poquito de alma la foto los revela por completo. Quizás solo hace falta una foto para comprender cuán querida es una persona por el fotógrafo.
Nunca estoy vacía de ti; ni por un momento, ni un instante, ni un solo segundo.
Virginia Woolf, a Vita Sackville-West
Y entonces en la foto lo vaciamos todo: el día que le conocimos, el día que nos dimos cuenta que algo nos conectaba, el momento en el que se pactó muda una complicidad; viven en la fotografía los segundos que les hemos querido.
Cuando uno mira la foto y dice "es preciosa", es porque lo sabe, sabe que en ese instante capturado está alguien a quien se ama.
Y vienen y nos dicen "salgo horrible", "toma otra, me veo mal", "estoy despeinado", "odio como salgo en las fotos"; pero a nosotros nos brillan los ojos y el corazón nos da vuelcos, y no hacemos más que recordarles que nunca antes habían errado tanto al hablar.
Tal vez es simplemente eso, el amor, lo que nos hace ver aquellas fotos con los ojos con los que se mira la alegría.
El amor es real y la mirada lo manifiesta; son reales y su belleza también.
Les tomamos fotos porque siempre se ven bien, porque siempre los amamos.

Alonso García
A veces no sé qué hago. Quito tabiques de mi ser para cambiarlos por tabiques nuevos. Mi corazón no tiene correa pero tiene dueñas.
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