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No es fácil.

Dolbach

Feb 17, 2025

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No es fácil.
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Ética y dilemas morales.

Sucede que no siempre está claro el modo de actuar. Nos podemos poner teóricamente en situaciones límite en las que dos decisiones conllevan el fin de algunas vidas. Por ejemplo con el dilema ese del tren: Si hacemos algo morirá una persona, pero si no hacemos nada, morirán cinco.

La inacción es también una decisión, es también hacer algo. La omisión de socorro está contemplada como delito.

Pero ¿Por qué uno tiene algún derecho o alguna obligación de tomar partido por uno o por cinco?

No hace mucho escribía yo sobre si mataría o no a Netanyahu. Valoraba lo ético o no de quitar una vida aún en el convencimiento propio de que esa vida es dañina para muchas otras (esto sería verlo como matar un virus). Al margen de la propia reacción al acto en sí en el momento crucial (pongamos que uno es muy capaz), está la consideración moral del asunto.

Citaba una frase de la película de Tarantino 'Los odiosos ochos': "Solo hay que colgar a los malnacidos, pero a los malnacidos hay que colgarlos a todos".

En el caso de la cita se valoraba el hecho desde la primacía de la Justicia humana, las leyes, despreciando como no aceptable todo acto nacido de la indignación de la muchedumbre. El linchamiento, se apunta, lleva consigo muchas injusticias. Pero, y ese es un problema tan grave o más, también la Justicia humana con sus leyes está plena de malas decisiones.

No hay una moral, una ética definitivas ni definitorias. Por eso los dioses tampoco son concordantes. El ser humano se mueve por impulsos de todo tipo y lo que vale en un lugar, kilómetros al sur es pecado y/o delito.

Como individuos particulares con propio entender, generalmente nos movemos en aguas tranquilas, y son pocos los dilemas insalvables. Luego basta con no plantearse cuestiones enrevesadas para vivir en la etérea zona de confort ético, pero, puestos en determinadas disyuntivas, nos sería imposible salir con bien del paso. Supongo que el egoismo y el altruismo, mal o bien entendidos, tendrían que ser determinantes en la toma de una decisión.

Lo del Alcázar de Toledo o lo del asedio de aquella otra fortaleza y el defensor lanzando su puñal a los enemigos para que con él quitaran la vida a su propio hijo. ¿Héroes que toman decisiones o decisiones inevitables?

El dilema ético es una grieta perpetua en la condición humana. Nos guste o no, estamos condenados a decidir, incluso cuando decidimos no hacerlo. No solo el acto, sino la omisión, cargan con un peso ético. Y ahí está el vértigo, porque ¿quién puede sostener que su brújula es infalible?

La simple aritmética (salvar cinco sacrificando uno) choca con nuestra incomodidad visceral ante la idea de convertirnos en verdugos. Igual pasa con lo de "matar al virus" para proteger al cuerpo social. La paradoja es que, al actuar, nos arrogamos un poder casi divino que asusta, pero al no actuar, no escapamos de la responsabilidad.

El linchamiento es una respuesta visceral, muchas veces equivocada, pero la Justicia, construida con deliberación y supuestamente racional, también yerra con demasiada frecuencia. Y, lo dicho, ni siquiera nuestros dioses se ponen de acuerdo. Al fin y al cabo, los hemos modelado a nuestra imagen, con todas nuestras contradicciones.

Por fin, el egoísmo y el altruismo como motores ¿son realmente tan opuestos? Un acto altruista puede ser, en su raíz, un impulso egoísta de preservar nuestra propia idea de nosotros mismos como "buenas personas". O tal vez, hay decisiones que simplemente no dejan salida.

Entonces, la ética, tan fluctuante como es, ¿sirve más para mantenernos en la zona de confort que para enfrentarnos al verdadero vértigo de decidir?

No me pongo de acuerdo.

Dolbach

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