No es el siglo, es la gente.

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Eran otros tiempos.

Es la frase recurrente para justificar determinados modos, costumbres, maneras.

De esos otros tiempos, la literatura, el teatro, el cine, tienen socarrat de sobra para entender de lo que hablo.

Otros tiempos, sí, pero el calendario solo está lleno del nombre que se les da a los días, del número que se les pone. Los tiempos no vienen con instrucciones de uso; el uso lo hace la gente.

Y tampoco eran otras gentes. Eran nosotros; somos ellos. Lo que sí era y ha sido siempre, es el abuso de unos sobre los otros. Los curas, los guardias civiles, los jueces, los caciques, los hombres machos. Eso era. En cada momento con sus nombres y sus cargos.

Y el machismo, la homofobia, la aporafobia, el autoritarismo fueron Ley (y orden). Y vagos y maleantes podían ser cualesquiera que no gustara a los jerifaltes, a los prebostes.

Tiempos los de Hipatia.