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no es así con otros

noesnoe

Nov 7, 2024

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no es así con otros
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Nadie hablaba sobre eso, pero los dos sabían lo que estaba pasando. Cruzando la puerta de su pieza, el mundo exterior no existía. Sus identidades, sus nombres, sus roles no existían. Cuando se miraban, lo hacían como si a través de su cuerpo pudieran llegar a una verdad que, a las palabras y oraciones que se repetían como rezos, se les escapaba. No había lenguaje capaz de replicar lo que sus cuerpos comunicaban, y la piel se volvía un medio extraño y profundo para conectarse. 


En las tardes que compartían, cuando la tarde caía y el sol se colaba entre las cortinas, iluminando la piel de Mara, Iván sentía que no podía respirar. Mara sentía algo parecido, no sabía qué hacer con la forma en la que Iván la miraba, como los ojos azules parecían ver más allá de su cara, pero nunca más allá de su cuerpo. Empezó gradualmente, casi como un accidente. Una mano en la espalda, una pierna sobre la otra cuando se sentaban, abrazos torpes que terminaban siempre en dos cuerpos fusionados. Cuando él la tocaba, no había promesas, no había te quieros, no había pedidos, solo respiraciones y piel rozándose. El deseo de Iván le ofrecía un tipo de consuelo, aunque el vacío era desolador cuando el show terminaba.


Cuando se encontraban en otros lugares, se repetía a si misma que la forma en la que sus manos se rozaban no significaba nada. Después de todo, él nunca prometía cosas, no decía nada, no pedía nada. Era como si ese gesto fuese suficiente, que la presencia física de esos segundos le serviría por la eternidad, o por lo menos, por esa noche. No quería que fuese algo importante, porque la indiferencia era más cómoda. Si no esperaba nada, podía protegerse de lo que no quería ver. 


Pero Mara no pudo esconderse tanto de lo inevitable, porque mientras se veían en la oscuridad, había una parte de ella que se sentía hambrienta, incompleta. Sabía que el deseo de Iván no provenía por ser ella, sino por lo que su cuerpo representaba: una necesidad de ser tocado, acariaciado, querido de alguna manera que no podía explicarse con palabras. La tensión en el pecho, la satisfacción de ser tocada, deseada, la hacía sentir en casa, una pertenencia que nunca había sentido. Iván la tocaba con una lentitud que era inquietante, cómo si no quisiese deshacer el hechizo que hacía que sus manos no pudieran despegarse de ella. ¿qué iba a pasar cuando la magia se desvaneciera?

Mara no entendía por qué, pero en los momentos de silencio, con la piel todavía caliente y los ecos atrapados en el techo de su pieza, sentía que ese hechizo no iba a romperse nunca. Sin palabras, sin promesas, sólo en la complicidad del intercambio tácito, ella lograba sentirse vista, aunque después la soledad que sentía antes de ser tocada volviera a adueñarse de ella. 


noesnoe

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