No eras algo de otro mundo, ni yo era para vos

Compréndeme que está vez no te lleve como algo importante. Desidealizar es difícil, pero necesario en el trayecto.

Recuerdos que se borran, fotos que no son fotos, mi nariz en tu cuello, tus brazos al rededor de mis hombros, mis manos en tu cintura, discursos vacíos y risas que ya no sé nombrar.

No eras algo de otro mundo, ni yo era para vos.

Entonces el duelo se vuelve un sin sentido, es lo que terminas pensando cuando ya no cocinas para dos.

Tómalo como quieras.

Un posdata, un adiós. Y aunque deba abandonar el hecho de pensar que eras vos, no quiero dejar de amar.

Eras un alma libre que me rescataba cada vez que podía.

Te volví a preguntar cómo estabas, no pareció una pregunta tonta pero quizás lo fue.

Me abrazaron y me prometieron cuidarme.

Vestigios de lo que te prometí aquella vez, cerré los ojos, y me pareció verte, otra vez sentada en aquel banco rodeada de ese verde que tipificaba lo mucho que floreciste.

Con las pupilas cristalinas, con los caprichos y la humildad a flor de piel. Con esa capacidad de quererme aunque no lo merezca.

Igual, espero que estés bien, espero sigas con eso que te queda por delante y siempre quisiste.

Por mi parte voy a tomar mates en alguna plaza, de esas enormes y llenas de color, como el espacio que me regalaste cuando me abriste el corazón.

Al final, creo que soy más sencillo de lo que creía.