No contestaré.

El teléfono suena y yo lo ignoro, no quiero hablar. Ahora me buscas, intentas explicarte, pero ya es tarde. Cuando te necesite no contestaste, ¿ahora esperas que conteste a tu llamado?

No sé si lo haces por lástima, desesperación o deber, pero quiero que sepas que no quiero nada que sea tuyo. Ya me cansé de pedir, de pedir tu atención. Mi garganta ya duele de gritar en tu llamado. Mis ojos ya están secos de desperdiciar mis lágrimas en vos. ¿Crees que tu simple dinero arreglara todo el daño que ya has generado?

Desaparecer no será suficiente para escapar de vos, eres como una sombra que me persigue hasta en mis sueños. El teléfono aún suena y no contesto, muchos dirán que soy insensible, fría y rencorosa. ¿Será que soy muy dura? Mis heridas ya cicatrizaron, ¿debería pensar en aceptar tu perdón? ¿no me volverás a lastimar?

Tu perdón parece sincero, pero de igual forma no lo creo. Miro como eres y mi odio vuelve a florecer. No aceptaré tu perdón, crees que lo mereces, pero te aseguro que no. Espero que esto te deje una lección de por vida. Un simple perdón no hace desaparecer mis cicatrices.

Vive con la culpa carcomiéndote desde tu interior hasta que llegue a la superficie, así los buitres, cuando vean tu muerte inminente, puedan atropellarse entre ellos para ver quien va a ser el primero en devorarte. Miraré desde la distancia, donde diré te perdono para darle una final a nuestra historia y deseando a que nunca se repita.

Vuelve a sonar, ese teléfono vuelve a sonar con tu nombre en él, no pienso contestar.