nevermind

nunca me he enamorado, te contaré. ni de esos que resuenan violines melodías romanticonas ni de aquellos que secan la boca, queman venas o provocan temblar por mandar un mensaje de dos líneas. tal vez el amor me mira irónico como quien sabe que espero sentada en una estación sin trenes tentando chispas extinguidas antes del incendio. viví cosillas, claro, besos robados en carretes y tres que cuatro caricias indecentes ligadas a promesas evaporadas al sonar la alarma. yo añoraba distinto desenlace, me urgía percibir fiebre arrasando mi sistema, no tragos ácidos y falsa serenidad. cuando niña me gustaron compañeros, el de cachetitos regordetes preocupado el día que salí temprano a culpa del período. más adelante un flacucho pintón volcaría mi adolescencia. misma que bañó en ilusiones pisoteadas tras conocer que devoró a medio salón hasta que renatita obtuvo valentía para abofetearlo a plena formación de lunes insípido. sus conquistas cayeron, mi risa aguda le llegó al tímpano y me grabé sus ojos inyectados con aborrecimiento. te reitero, no me he flechado.

camino sola mientras la luna se asoma, armo películas, brazos cruzados tapándome áreas remendadas porque no alcancé a comprar ropa. si destinaba el dinero a una campera no comía durante septiembre, me basta imaginar delicioso festín aunque rujan mis tripas engañadas, traicionadas, desamparadas. si mi psicóloga —una señora bien tierna de aroma a perfume barato— supiera que volví a negarme bocado estaría a centésimas de ofrecerme nuevamente su hogar como asilo, pero no retornaría, sé que le irrito el hígado a su marido y él a mí me instala repudio.

vale-vale, acostumbro a desviarme. rebobinando te diré que invento amores, sí, falsifico historias: que en la esquina cierto tipo aguarda, que si tardo me costará sacarlo de encima. ahí voy yo tonta, creyendo que pronto mis desvaríos cobrarán protagonista, suplicando que romeo escale mi balcón. la fantasía me absorbe, continuará protegiéndome de tías mañosas y sapas llamadas vecinas que se otorgan el derecho para opinar desde su privilegio. si bombardean a cuestiones corresponde prolongar capítulos melosos con fulano y mengano.