...
¡Que fácil es ser católico!
Puedes ser como quieras. Malnacido de primera. Ladrón. Asesino. Xenófobo. Racista. Machista. Mentiroso... Todo pecado de la lista mandamentaria se puede cometer sin problema; basta con ir un día a misa, comentarle esos asuntos a un cura, comulgar luego una oblea bendecida y ya está reservada la entrada al paraíso.
¿Como no va a funcionar ese negocio?
Y ahora imaginen:
Armarse contra las enfermedades, contra las epidemias, contra los virus. Armarse contra las inundaciones, los terremotos, los incendios. Armarse contra la corrupción política, mediática, empresarial.
Pero... No debe haber mejor negocio que armarse para que nunca falten las guerras.
Así va esto.
Los cielos y los infiernos son particulares.
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