Navidad.

De nuevo me encuentro entre letras que nunca te van a llegar o quizás sí y nunca me entere y es mejor así, que nunca me entere o volvería a correr a buscarte como lo he hecho siempre.

Hoy recordé las fotos que te envié apenas se hicieron las 12, recordé cómo me estresé para que los cohetes se pudieran ver en mi cámara, el cómo me costó enfocar cada uno para enviarte la imagen más nítida, el cómo saludaba a mi padre con mi teléfono en mano esperando que te llegara lo que escribí y el cómo esperé a tu horario para volver a festejar.

Recordé muchas cosas, no sé qué me sucede, no reconozco por qué este amar me duele tanto, no recuerdo haberme sentido así nunca, no dejo de llorar, no dejo de pensar. ¿Vos me pensarás? ¿Pensarás alguna vez en lo que fuimos? Me torturo pensando que no, que seguiste con tu vida como si nada y me duele más que nada.

Intento escribir esto sin llorar, pero me inundo con solo pensar. Nunca seremos, nunca fuimos, pero para mí fuimos todo, quizás un poquito más.

Recordé mi confesión a vos, fue en estas fechas, mi primer desgarro por vos; después siguieron otros más, me desgarraste partes que no sabía y me duelen, me duelen en el alma. ¿Es siquiera posible que te duela el alma por amor? Hoy descubrí que sí, que sí puede doler; hoy se rompió mi corazón. No creo morir de corazón roto —o sí—, pero creo que me duele, me duele todo y a vos nada, pero creo que es mejor así, no quiero verte llorando, ni que te duela nada