Disculpa mi ignorancia,
mi brutal desenfado,
mi oscuro ritmo deletreado,
y estas rimas con poca prestancia.
Debería buscar más elegancia
para timonear tu rumbo sin saber
que estos versos bien pudieran parecer
escritos bajo la línea flotante.
Es que nunca el miedo fue bastante,
ni a vararme, ni a quedarme, ni a querer.
Quedarme una tarde de sol en la arena,
la que tu mano derecha me ofrece,
vararme en vos aunque te despereces,
o hasta querernos dentro, un poco, apenas.
Cuando la música grilla de la noche suena,
sorprenderá nuestra piel confundida,
aunque nunca aceptemos una despedida.
Si no es verdad, si siempre lo supimos.
Si en arena nuestros cuerpos esculpimos.
Si sabemos que, al final, todo es mentira.
Navegar también es un misterio.
Vayámonos con las velas hinchadas,
ahora sí, con la brisa por la aleta y empopadas,
huyendo y yendo hacia el sol eterno.
Tú, rumbo a la playa o al Sorrento,
o arenas infinitas bajo este cielo.
Y yo, al sureste, remando con Caronte,
o adonde me lleve esta voluta de viento.
No importa si navego hacia el Averno.
Puedes elegir rumbo Dabliú,
que yo me iré, aunque no vengas tú,
por las mareas del miedo,
al Estrecho del Diablo,
al Canal del Infierno.

Enrique De Michele
Buscando compartir algo de lo que he escrito durante mas de 40 años. Poesía, cuentos, teatro, novelas de autoría personal y otros inventos literarios. Buscando cómplices.
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