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En noviembre.

datthie

Jul 26, 2024

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En noviembre.
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Es curioso cómo uno puede evolucionar dependiendo de la cantidad de sombra o luz qué recubra su alma y su mente,

dependiendo del alimento que se le ofrezca y del amor con el que se le trate, dependiendo del entorno en el que se desenvuelva.

Ocho meses me bastaron para apagar toda fuente de serotonina existente, noviembre siendo el epicentro de todo;

la navidad no fue tan mala comparada con la intranquilidad consumiéndome en el centro de mi confortable cama el frío mes de enero,

en modo de defensa propia lágrimas brotaban de mis ojos como si de un diluvio se tratase ya que las explicaciones nulas me revolvían el estómago y me quitaban el hambre.

Febrero fue el punto de reunión, el botón de pánico retumbó en las cuatro paredes de mi habitación como si de un quejido lleno de dolor hablásemos,

sentada en el piso ví caer las cuentas que utilicé para fabricar un pequeño brazalete (abrir empaques nunca ha sido lo mío, honestamente)

Jugar a ser la familia feliz parecía lo más adecuado y marzo parecía pedírmelo a gritos, pero bien dicen que lo que te hace daño se olvida,

intentando re-conectar mis neuronas logro recordar que entre marzo y abril hubo un vaivén de discusiones sin razón aparente,

logro recordar una versión de mí que estaba intentando forzar el disfrute de ese viaje sin destino aparente,

logro recordar los cientos de veces que me hice pequeña,

las veces que subí al auto después de la escuela y caía dormida esquivando cualquier pregunta que pudiera alarmar a mi madre,

las veces que la escuela parecía el justo pretexto para encontrarle aunque sea dándome la espalda,

las veces que por arte de magia hacía el esfuerzo por desaparecer cuán fantasma afligido cada que rondaba cerca de mí para no incomodar,

logro recordar también las veces que todo se sentía como una constante humillación, como si fuese estúpido tratarme.

Mayo fue un intento de recapacitación, pero mi corazón no podía más, necesitaba contención.

Necesitaba desarmarme y estaba a una pieza de hacerlo, la incomodidad que el viaje me transmitía era inexplicable,

en señales de humo comuniqué el estado tan deplorable en la que estaba cada parte funcional de mi cuerpo,

mi piel me asfixiaba, las extremidades pesaban toneladas, el cerebro más que inflamado estaba a nada de explotar, el corazón parecía desangrarse y el alma...

Junio fue el agujero en el que caes cuando vas a toda velocidad ¿sabes?

Mi alma estaba perdida, nadie me reconocía, mamá contuvo todo sentimiento de insuficiencia entre sus brazos, me tomé la libertad de mostrarme vulnerable y llorar.

Parecía que el piso era mi "zona de confort",

eran aproximadamente las tres de la mañana, estaba sentada ahí, enmedio de la sala, esperando que mis auriculares me arrebataran los tímpanos en la siguiente canción,

rebuscando entre toda la historia descubrí el epicentro.

Mala

mía.

Que injusto seguir conteniéndome ¿no?

Tenía el alma literalmente enfrascada en un río de inestabilidad, inseguridad y uno que otro juego mental que no se parecía una mierda al cubo rubik.

Decidí liberarme oculta de cualquier persona; desaparecí.

Re-conecté conmigo misma, con mi esencia, con mi personalidad y me percaté de que abrí la puerta y dejé escapar lo que me hacía la persona tan auténtica de la que el mundo estaba enamorado.

Me sentí viva.

datthie

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