Ella es la culminación de todo aquello que debí soñar cuando no estaba soñando bien, y el deseo cumplido que jamás hubiera imaginado. Cuando pienso en ella solo puedo sentirme inmenso, no una partícula de polvo sino el universo mismo, conectado con todo. Ella me completa y me convierte, me transforma en alguien nuevo.
Pero no hay forma de pensar en ella sin ser feliz, sin sonreír y que el corazón me dé un vuelco en el pecho. Ella no me cree, pero los latidos se aceleran cuando ella está cerca, cuando me toca y me acaricia. Yo no puedo existir sin su permiso estricto, y mi vida es solo una oda al amor que le tengo.
Cuando ella me mira, me mira a lo más profundo del alma y no me deja escapar de su inspección. Ella lo ve todo de mí y lo deduce todo en un instante, y luego me hace cómplice de ese conocimiento íntimo de mi espíritu. No puedo dejar de amarla, pero solo porque no quiero y no me lo permito.
Ella es mujer, es esposa, es madre, y es única en cada una de ellas.
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