A mi siempre me corregías las minúsculas, pero yo siempre te decía que a mi me gustaban los textos pequeños, nunca me entendiste y por consecuencia yo empecé a corregir mis propios textos, fue desalentador, pero también pensaba que de eso se trataba el amor.
Una de aquellas veces en las que ponías rock latinoamericano en la estéreo de tu habitación me sentí enamorado, llevábamos como tres meses de novios y si te soy sincero no me había sentido enamorado hasta ese momento, en el que ambos bailábamos mientras nos pasábamos el humo mentolado de mis cigarros; a veces todavía pienso en ello, tú no sabías fumar y yo te enseñé, mi mamá me puteó cuando le conté, porque decía que como eras más chico que yo (no tanto) y que no tendría que enseñarte estos vicios míos, pero yo creía que era algo justo, pues mi vicio era también tu nombre, y ya me sentía intoxicado.
Pues resulta que mientras comenzaba a superarte decidiste disculparte, no te quise perdonar en el momento pero ya sabía yo que lo haría tarde o temprano, es que así funciono, a veces la nostalgia me puede, y no me puedo juzgar por ello, ahora tenía la minuciosa diferencia de que, si te perdonaba, lo haría por mí, y ya no más por ti. Igual me dio un coraje tremendo cuando te escuché hablarme después de que intenté matarme cuando me dejaste, eso también fue humillante, quizá no, pero me acordé de aquella vez en la que bebíamos en el tejado de tu finca y me decías que yo era la estrella más brillante que habías visto en toda tu vida, yo nomás me reí, no supe que decirte porque yo tampoco estaba acostumbrado a recibir cumplidos, pero te volví a extrañar, flaqueé.
Días después de recibir tus disculpas bebí mucho, era el cumpleaños de mi mejor amiga y yo nomás quería estar bien pedote, después fue todo muy extraño. Tengo estos momentos lúcidos en los que mi mente se hace fugaz y me doy cuenta de lo efímera que es la vida, también pienso que fue el cumpleaños lo que me dio nostalgia, horas antes había cogido con mi flaco, me sentía medio culpable porque yo la estaba pasando bien y tú estabas pidiendo misericordia en la bandeja del WhatsApp, pero creo que tampoco merecías mi empatía; cuando mi flaco ya se fue de la fiesta yo empecé a tomar en exceso, y ahí fue cuando te contesté que pronto te perdonaría, que no lo haría hoy ni mañana, pero que lo haría, porque yo no soy de vivir con remordimientos, tampoco me dejaría en paz eso, tampoco tengo planeado volver a escribirte, ya nomás estoy esperando a que te conviertas en un recuerdo.
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