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    Nada de esto fue un error

    Nicolás

    Dec 11, 2024

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    Día 3

    Una flaca maneja su bicicleta, pedalea libre mientras escucha Intoxicados en sus auriculares. Una mochila con el logo de los Rolling Stones y un pañuelo verde va colgando de su espalda. Un chaleco de corderoy y un pantalón largo de jean que no condicen con la temperatura del ambiente, son su única vestimenta. Nueve de enero en La Plata, el sol se reflecta en el asfalto y el calor parece duplicarse. Yo estoy tomando café, no importa cuando leas esto.

    Son las seis de la mañana, el timbre está sonando y es el Pity que te quiere decir que nena... nena, me gustas así”.

    Anoche soñé que te veía. Estábamos en un jardín nocturno esperando un alba que no tenía intenciones de llegar. De repente te veía desaparecer en la nada misma. Me desconcertaba, pero no tenía otra opción que echarme a reír. Un delirio digno de tratar por algún Dr. Freudiano. No tengo muy en claro de qué me reía, solo que era incontenible la carcajada. Sin embargo, cuando abrí los ojos no había ni un atisbo de felicidad en el ambiente.

    Has dejado noches, noches del adiós. La certeza de tus ojos cree que me voy”.

    Desde el balcón de casa veo pasar autos acelerando a fondo. Justo en la esquina hay un semáforo donde laburan seis limpiavidrios. El más grande, al que llamaremos Hernán, es medio esquizo y tiene la voz, la piel y la vida curtida por la calle. Los otros son pibitos que agradecen si los saludás y se calientan cuando los ignorás. Hace un calor de morirse, el sol pega, los seis pibes están tomando un vino en caja con más hielo que uva.

    Los pibes allá en la esquina, están como dibujados. No les pagan sus pecados, no les toco religión”.

    La catedral me mira de reojo mientras una paloma hace lo propio, pero girando el cuello. Está tratando de descifrar qué hace este gigante boludo en plena resolana dibujando garabatos en un papel. No podría explicárselo. Tampoco tiene la mentalidad suficiente para comprender que mi cabeza puede volar más alto que sus alas cuando estoy en la luna. Lo que no es, necesariamente, algo bueno. Estoy acelerando el dolor para poder mirar el paisaje y seguir.

    Tan tonto fui

    Aquella tarde me hiciste dudar

    Trabaste mi alma con tu frialdad

    Amor siguiendo al viento”.

    Hace tres días que estoy aislado del mundo y ya se está tornando insoportable. La plaza, mi balcón y la terraza fueron mis lugares de ocio, en todos faltaste vos. Diego y Alan no vinieron a la Moreno hoy. La verdad es que extraño sus aires de drogadictos sin droga, de peleadores sin riñas. El sol me pega desde cualquier ángulo, puteo al aire, quiero un pucho. La fiambrería de abajo de mi departamento está en venta. Santi, el dueño, dice que no funciona... Y eso que la compró hace apenas 6 meses. Los proyectos caen.

    Voy a mentir

    cuando les diga que ya superé

    que nunca hubo dolor en mi piel

    que nada tuyo existe, nena”.

    Llega la hora de despedirme de vos. Es la segunda vez que escribo este párrafo, que pretendo sea el último de esta historia. Estoy intentando olvidar tu mirada ebria de canciones y poesías. Me duele dejarte ir (aunque ya te fuiste hace rato). Pero estoy decidido a no recaer en viejos patrones. Me pierdo en el llano placer de imaginarte cercana una última vez. Admiro el paisaje del que vos te fuiste antes de que yo llegue, en el que me quedé solo esperándote y finalmente me voy. Escribo el último punto sin querer hacerlo, estirando el texto, como si eso significara retenerte unos segundo más conmigo y avanzo sabiendo que la vida da vueltas, que nada es para siempre y que nada, nada de esto fue un error.

    Tengo una mala noticia, no fue de casualidad. Yo quería que nos pasara y tú lo dejaste pasar. No quiero que me perdones, y no me pidas perdón. No me niegues que me buscaste y nada, nada de esto, nada de esto...”.

    Nicolás

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