Muy largo para según quienes.

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Una pizca de cardamomo.

Miles de millones de años lleva vagando el planeta Tierra por entre las estrellas.

Doscientos mil años, más o menos, camina la especie humana sobre la faz del mundo.

Y nos hemos hecho, en ese rato, los dueños del barro y de la piedra, del mar y los llanos, de los ríos y las montañas, de los árboles, de las aliagas. Dueños de toda criatura viviente.

No es nuestra la Tierra, nosotros somos suyos. Pero así las gastamos.

A la Tierra no le hacemos falta. Y estoy convencido de que no tardará en darse cuenta de que somos una cosa nefasta.

En unos cientos o algún milenio, ella se deshará de esta plaga. Eso si no le ahorramos la tarea, que somos muy capaces.

Y a seguir su marcha, la preciosa Tierra, pululando por el Universo, durante otros miles de millones de años.

Y de Las Meninas no quedará ni rastro.

Los círculos de la muerte.

Rebaños de animales de todo tipo giran y giran durante horas y días, a veces hasta morir.

No parece que tenga este asunto una explicación razonable, pero, si alguien ajeno a la humanidad viera como es nuestro comportamiento, tampoco sabría a que lógica sensata achacarlo.

Madrugar día tras día para ir a cierta distancia a hacer lo que no se quiere hacer, es un círculo aún más insensato que el de los animales señalados.

Las ciudades, vistas desde lo alto, parecen hormigueros descontrolados.

La gente vota al PP.

Se ve Tele5 y Antena3.

Leticia Sabater.

Dices tú de círculos inexplicables.

Y Munch pintó un grito.

Más que ricos.

Según algunas cuentas y sintiéndonos solos en el Universo, tocamos a unas trece galaxias por persona.

El caso es que si se pudieran repartir, los de siempre no tendrían bastante con su parte alícuota.

Soñó Goya con dormir la sensatez y llenó de sombras la pared.

"La gente es imbécil", me dijo el sabio.

Aquí, en el primer mundo, podemos muchos ir tirando. Muchos tenemos casa, muchos podemos calentarla, muchos no pasamos hambre. Aunque hay de todo y ahí está la realidad de la Cañada y muchas otras realidades particulares que no son noticia porque ¿para qué vas a mostrar las miserias del Sistema si esas solo les pasan a quienes no han sabido o no han querido?

Las personas bien empiezan de cajeros y llegan a presidir la empresa; los que no, es porque no valemos.

La gente es imbécil, sí, porque traga con todo mientras se considera a sí misma triunfadora cuidando su coche el fin de semana dándole hasta pomada (¡lo he visto, lo he visto!).

Ocho, diez o doce horas de trabajo al día por un salario que no da para ahorrar y con mucho cuidado permite pagar lo imprescindible. Y se acepta porque las cosas están como están y peor sería no tener nada.

Y se es esclavo defendiendo que quien no acepta esas condiciones es porque no quiere trabajar. ¡Como si trabajar fuera una bendición! Recuerden: es una maldición divina.

¿Quién quiere hacer lo mismo ocho horas al día cinco días a la semana? Nadie. Eso es anti vida salvo que seas una hormiga o una célula o Abascal en su escaño para nada.

Y allí, tras algún horizonte, están los mundos segundos y terceros, esos de los que no queremos saber nada y a los que cerramos la entrada. Personas con niñez, con sueños, con esperanzas, amores, ilusiones... pero sobre todo, con nada.

La Tierra no les pertenece. Les ha sido esquilmada primero y prohibida después. Se les hace pobres y se les convierte en ilegales.

Las soluciones que nuestro privilegiado mundo da al mundo que desde aquí hemos hecho miserable son la indecencia elevada a la cima del Sistema.

Y la imbecilidad de la gente lo aprueba y lo sustenta.

Eso del equilibrio, del reparto equitativo, de la solidaridad con los pueblos, de los derechos humanos, del respeto y la empatía son cosas de comunistas y el comunismo es muy malo. Lo han leído en La Razón.

La gente es imbécil y por eso el mundo es una mierda salvo para cuatro y muchos otros cuatros que se engañan a sí mismos creyéndose triunfadores porque pueden ir quince días de vacaciones a Santa Pola.

La miserable vida esclava de la mayoría de imbéciles es, en definitiva, el triunfo total del Capitalismo. Desgraciados que se sienten afortunados porque hay muchos al otro lado (de su puerta o de su frontera), que mueren de hambre o de frío o de cualquier otra forma de miseria. Miserias que nacen de este lado porque de todo abusan los más indecentes y con ese ejemplo, de todo abusamos el resto de las gentes.

¡Imbéciles humanos!

Miles de niñas y niños ahora mismo, en este preciso instante, son abusados laboral y/o sexualmente. Se comercia con sus órganos internos. Se les priva de su infancia y de su futuro y de su ilusión y sus sueños y...

Pero mientras mi hijo pueda ir a un concertado...

La gente es imbécil, me dijo el sabio.

Sí, yo también soy gente.

Y viajamos en la Balsa de la Medusa, sin enterarnos.

(También hay girasoles. De vez en cuando).