Estuve muy dentro mío
en una hibernación feroz.
Una muerte cerebral,
un vacío de millones de galaxias.
Sin embargo, afuera el sol,
afuera los amigos.
Me acordé de la bicicleta
que hace tanto tiempo no rueda.
Y del parque y lo verde
y los árboles gigantes
que se doblan pero no quiebran.
Es como si me hubiera tenido prisionero
por elección propia, de corazón.
Como cuando se habla de
un tema que me maravilla
y yo solo puedo callar.
Creo que tengo el cerebro
aniquilado,
el pobre quiere reír y beber.
Sentado mirando la pared
¿Qué he hecho?
Sobre mis piernas en un día frío,
mientras sonrío,
me lee poesía de forma burlesca
que, a fin de cuentas, es lo que es.
Un drenaje de energía vital
y una puñalada al centro
del ser.
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