...
La felicidad procrastinada.
Siempre hubo quien por mucho que hiciera, por mucho que se deslomara, jamás consiguió salir de la miseria. Así, tenía acaso el aplauso del amo y de algún vecino: "¡Que persona tan trabajadora y honrada!" Pero nada más tenía, y nada más le daban.
Mejor hizo el gandul que no se plegó a doblar sus riñones por la miseria que pagaban.
Hoy hay mucho hacendoso que no para y que cree que en trabajar está la sustancia. No siendo pobres de pedir y pudiendo comprarse un coche, ir de vacaciones, comer a veces fuera de casa (en restaurante, no solo bajo el olivo), en nada cambia su vida por tener un poco más o un poco menos. El miedo a mañana, manda.
Conocemos a quienes ganando mucho, nada o muy poco gastan, como si guardar asegurara la felicidad futura.
Mueren medio ricos quienes vivieron medio pobres.
Trabajo, temor, cuentas, preocupaciones. El placer se reduce al de un bocadillo grande a media mañana. Y pensar en que lo de la subvención lo ingresan esta semana.
Hay sobrinos que vacían ricos colchones sobre los que durmió la miseria.
Extraño modo de hacer la vida, como si siempre fuera a llegar mañana. Pero se levanta el tacaño y vuelve a ser hoy, y hoy, no hay que gastar paga. Hoy se trabaja para seguir sumando. Sumando para nada.
En fin... la felicidad es una cosa extraña.
Les contaré; de todas formas no van a creerme.
Al menos así, yo podré sentir que he sido sincero, aunque de nada sirva.
Las dudas: Porque quizás no sea, a pesar de la intención, bueno.
Sus vidas no existen.
Todo es un imaginario ajeno. La memoria que creen tener, lo que creen atesorar en sus supuestas mentes, los bienes materiales, los amigos, la familia, esto que están seguros que están leyendo... No es, no está, no existe.
Hay, por encima de cualquier percepción humana, un juego infinito del que somos algo así como el rodar una vez de un dado, ni siquiera fichas o peones, ni siquiera casillas por las que algo o alguien avanza. Lo que somos es tan nada, que el juego seguiría aunque nuestra frugal intervención faltara.
Lo que creemos que ha sido nuestro estar, nuestro ser, es solo una parte parcialmente necesaria de ese leve giro de una insignificante pieza en una especie de infinito universo/entramado del que por completo ignoramos las reglas (serían por supuesto incomprensibles para nuestras simples mentes como advertimos que incomprensible debe ser para un mosquito la composición química del vino en el que se ahoga).
Tan solo somos un instante, este, que nos parece la vida llena de sus cosas relevantes, importantes, trascendentes, pero que es la chispa entre el plasma que surge de la hoguera.
Imaginen que pueden ver todo el Universo en una imagen.
Comprendo que prefieran creerse importantes, pero, lamento ser yo quien se lo diga, no lo son. No son nada. No son nadie.
Feliz día de los Inocentes.
Y vuelven a beber.
Un tal Herodes, puesto con el número de primero y con el calificativo de "El Grande", pensó que le venía bien eliminar a un niño recién nacido que era visto como El Mesías. Para ello decidió que lo mejor era matar a todos los niños menores de dos años de Belén y la comarca.
Todo niño varón debía ser muerto.
Y Herodes se queda tan tranquilo en su palacio mientras sus soldados, proceden.
El cuajo del que ordena y el cuajo de quienes obedecen.
Y Dios mirando.
Total que en el asunto mueren todos los críos excepto el que Herodes quería que muriera. Creo que esto fue porque los reyes avisaron a José y María. Se ve que no avisaron a la Ignacia ni al Sinforoso ni a los buenos de Camilo y Engracia ni a Sulfanio ni a Migrancia... no, solo a José y María, el resto de padres y madres, allá se las compongan, en definitiva no habían tenido más que un hijo normal, mortal, no divino.
Una matanza así no tiene ningún sentido. No se puede creer. ¿Acaso los soldados eran robots insensibles? ¿No tenían ellos mismos algunos de aquellos hijos?
Y aunque no veo la necesidad de inventarse esta historia, tampoco creo que sea un hecho real.
No hay mención a un caso así fuera de la Biblia, en ninguna fuente histórica, y, además, según algunas fuentes, el tal Herodes murió en el año cuatro antes de Cristo.
Total que, como en todo asunto de la fe católica, andamos de incongruencia en incongruencia. Las mismas fechas son descabelladas. (¿Como aceptar la visita de los Magos a Herodes y el aviso de estos a la Sagrada Familia si los dichos tres no llegan a Belén hasta el día seis de enero?
Ya sé, ya sé... todo es metafórico y misterioso y espiritual y... sí, un fantasioso cuento.
Crean ustedes lo que quieran (también creen que el PSOE es socialista y que el PP traerá algo bueno alguna vez), pero los peces, si bebieran tanto, morirían ahogados.
¡Ay, Señor!
El día que es.
La gente, hoy, espera la mentira/broma del telediario:
-Froilán ha comenzado a leer el Quijote.
-Carmen Lomana, en una muestra de humildad y pobreza, ha decidido no volver a depilarse ni teñirse ningún pelo.
-Luis Enrique se convierte al budismo.
-Ayuso ha dicho una frase inteligente y coherente.
Bromas de esas que por un instante alguien cree con la inocencia del niño que pone el diente bajo la almohada.
Pero aquí, en esta España, con esta prensa, la mentira no es un extraordinario del veintiocho de diciembre.
Aquí mienten cada día y cada día el paisano se traga el origen parisino de los bebés, que hay un tal Papá Noel que viaja en trineo de renos voladores y que tres indoncumentados (uno de ellos, negro) pasan las fronteras en camello, cargados de extrañas sustancias.
La mentira es pan diario.
Por eso los inocentes fachapobres siguen creyendo que el PP es un partido decente, válido y aceptable.
La inocentada en España es gorda, gorda. No es broma, es una enorme, cruel y dañina putada.
Y así andamos con el muñequito de papel a la espalda, o, lo que es peor, con la banderita en la muñeca o en la solapa.
La helada viste de blanco el campo.
Es para valientes la mañanada.
Al amor buena lumbre y morcillas en las ascuas.
Me sigue dando "cosa" el niño de los balcones.
Cuelgan por las fachadas noeles y reyes magos con túnicas de abrigo y el recién nacido ahí, desnudo como mi fe. Noche tras noche.
Frías las aceitunas en sus ramas de olivo, hielan las manos de los sus amos. Dueños de pasar penurias sin necesidades.
Empiezan a crecer los días y nosotros también, engordando.
Hoy es veintiocho.
Démonos por avisados.
Inocentes.
Lo son las hormigas que horadan la tierra para vivir en sus entrañas.
Las ratas que invaden el subsuelo.
Los virus que nos enferman.
Inocentes son los terremotos que destruyen ciudades.
Inocente el sol que produce cancer de piel.
Los mansos que heredarán la tierra.
Y la risa de un niño.
Pero ellos no. Esos a los que votamos y que hacen contra nosotros. Esos que provocan guerras, que fabrican y venden armas. Esos que rezan desde altares dorados levantando cálices enjoyados mientras muere un niño de hambre y otro y otro... Esos que desde escondidas cimas inalcanzables hacen lo que es mejor para sus intereses, decidiendo muertes, menospreciando vidas...
No, ellos no son inocentes.
Y esa es la broma cruel de cada día.
Dignos herederos de Herodes.
"El origen de esta tradición está en el cristianismo: en el episodio hagiográfico que narra la matanza de todos los niños nacidos en Belén, Judea, menores de dos años, que fue ordenada por Herodes I “El Grande” para deshacerse del Jesús de Nazaret".
Con un par.
Entonces, ¿El resto del año es para los culpables?
Y, ¿Por qué no?
Que el año que se acerca venga cargado de Justicia, Divina y humana y a toda persona se le dé lo que en verdad merece.
Sería digno de ver.
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