Cruzo los dedos
Con la esperanza de que dios existe y me escucha
Cuando le pido, por favor, que aún me nombres.
Me apoyo sobre mis rodillas y miro al cielo
Le ruego, grito, tengo miedo
De que hayas olvidado cómo pronunciarme
Que no recuerdes mi nombre
Ni el lenguaje que inventamos para comunicarnos
Que nada tenía que ver con palabras
Sino más bien con lo que provocaba cada una de ellas
Al enunciarlas, con la esperanza, de que no se esfumen en el aire
De que no les pase como nosotros y a lo nuestro
Que un día se oscureció y nunca volvió a encenderse.
Nuestro lenguaje, aquel que supo cuidarnos
Que nos resguardó de lo hostil e injusto
De lo que tanto intentamos escondernos
Hasta que finalmente nos encontró
Y se encargó de dejarnos mudos.
No fuimos capaces de cuidar nuestro idioma
Como nos cuidó a nosotros de aquel mundo
Que juramos era siniestro
Y lo es
Pero vos y yo, también.
Olvidamos que éramos parte de él
Y no fuimos capaces de separarnos de nuestro lado más mundano
De los placeres y frivolidades aprendidos
De mi frialdad hacia vos, de tu desamor hacía mí.
Descubrimos que nuestras oscuridades se entendían
Sangraban de la misma manera, sentían el mismo dolor
Decidimos fusionarlas hasta que sean una
No pudimos pensar en las consecuencias
No teníamos por qué
Si juramos no destruirnos.
Ilusos, creímos que íbamos a poderlo todo
Omnipotentes, al pretender que éramos todo
Que el mundo se detenía por nuestro encuentro
Y se volvía menos injusto porque existíamos a la par
Y nos abrazábamos, para festejar tal milagro
Y nos amábamos, para comprobar que era posible
Para no olvidarnos que la ternura, aún existía
Que no estaba todo perdido
Que podíamos cambiar nuestro destino
Aquel que tan desolador y solitario prometía ser
Y que, al encontrarnos, se volvió tan solo una premisa
En la que no quisimos creer.
Y ahí estábamos, cruzando los dedos
Para que toda la energía que depositamos en esto
No se nos vuelva en contra
Para que no se nos escapen las palabras que nos nombraban
A pesar de que cada intento por mantenerlas vigentes fracasó
Hoy ya no existen
Nosotros tampoco.
Y acá estoy ahora, cruzando los dedos
Con la esperanza de que dios existe y me escucha
Porque vos ya no le haces
Cuando te pido, por favor, que aún me nombres.
Camila L.
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