Me pregunté, algún momento
habitar una piel distinta,
una que no tiemble,
una que resista.
Una piel que me cubra todo el rostro,
pero que conserve la borrosa vista.
Unos ojos que no mientan,
una mirada con carisma,
una verdad que me acorrale,
Y un corazón que me desvista.
Una máscara, con tango
sonrisa tallada en el olvido
devora mi juicio y mi llanto
dejando caer mi martirio.
Mi piel ahora es de hierro,
mi pulso medio vacío,
ya no sangran más mis culpas,
Solo mente, desvarío.
Aún conservo el alma,
lastimosamente no su esencia,
quizá la perdí buscando refugio
o tal vez encontré la respuesta.
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