Corrompiste mi cuerpo con
tu tacto envenenado,
creyendo que mi mente se distanciaría.
Arruinaste mi alma,
pintando el suave amarillo en un oscuro
negro compuesto por sueños rotos.
Las hadas siguen en mi mente,
porque jamás pudieron irse ante
el daño que provocaste.
Ahora temo al tacto de alguien nuevo,
de alguien viejo,
de alguien que ya no existe.
Volaste con las cenizas lejos,
lejos, donde no te encontrará.
Pero yo quedé con los pies enterrados
en la arena y el agua subiendo
por mi cuerpo.
Quedé encerrada entre los
monstruos que creaste.
El silencio sella conmigo todo
pensamiento que me consume,
que me aísla, que me mata lentamente.
Me miento a mí misma,
porque la verdad se siente como un
cruel nido de agujas.
La estaca quedó clavada en mi cuerpo,
drenando el sueño de una niña.
Mi cuerpo se libera con las gotas
que emergen de mis ojos,
en un llanto roto.
Intenté reparar lo descosido con pegamento,
pero no se une nuevamente.
Quizás deba detener la caza de mi mente,
aquella que esconde los secretos en
una bóveda oscura a la que temo pasar.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoRecomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión