He estado acostada toda una vida.
Hay una pila de trapos al lado, un montón de papeles tirados,
y mis piernas no toman vuelo.
Ahora los versos no me entienden.
Entonces acuesto mis párpados
en la tumba que aún sigo cavando.
Hasta que el sol golpea la puerta
para recordarme que otro día ha llegado.
Cínico.
Se empeña en acordarnos su presencia en los cielos,
ser el bondadoso, quien nos presta sus rayos
para rendirle nuestro cansancio.
¡Claro! Cuando el señor se eleva, "hay que ocuparnos".
Vivir porque así lo ha dictado.
¡Pues no, señor!
Cuando te vas, los sueños se levantan.
Mis piernas, no.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión