aún recuerdo cuando te sentí por primera vez, tus palabras siendo el abrazo más fuerte que mi tez experimentó después de la muerte de mi alma. el refugio que me diste, aquel lugar que se me regaló sin razón alguna, sin esperar nada. pinto imágenes de todo lo que no ven mis ojos, todo lo que mis dígitos no rozan, todo aquello que mis labios no prueban. este bucle sinfín se manifiesta de una forma tan extraña: la atracción por todo lo que existe y lo-que-no-ves, lo que no es tangible que me rompe la psiquis al no saber qué hacer.
qué extraño ha de ser permanecer en una nube tan delgada de esperanza, esa misma que se torna transparente en cada pasar del día y decorada con la sangre roja de la fuerza en que mis palmas se aferran a lo poco que obtuve. mis palabras dejan de tener sentido, lógica, razón alguna—como esto que estoy viviendo.

jumin
entre la vida y la muerte divagando por cada fibra de soñador sin sentido. no soy poeta y tampoco escritor, soy un ser humano que siente tanto y busca sanar
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