mobile isologo
    buscar...

    Miramar

    Lucia

    May 2, 2024

    0
    Empieza a escribir gratis en quaderno

    Es de madrugada, llueve de manera torrencial, el agua corre por la vereda hacia su destino final: el mar.

    Casi como por casualidad el agua de lluvia y yo vamos hacia el mismo lugar, una mas liviana y desinteresada que la otra. Subo al micro, las ventanas están empañadas de tanta humedad.

    El sueño viene rápido, fiel amigo de años. Me tapo hasta la cabeza con la mantita de mi mochila y le digo a mi compañero que me avise cuando paremos. Me despierto y veo una luz en el medio de la nada.

    -¿Dónde estamos? le pregunto, media dormida.

    -Todavia no llegamos.

    Me despierta nuevamente la lluvia feroz y violenta, un par de rayos atraviesan el cielo campestre y se hace de día en un segundo. El micro se bambolea, lento pero seguro, estamos llegando a Mar del Plata.

    Sigo durmiendo, una caricia suave me dice que es momento de pasarnos de asiento, que se acerca ese instante que espero todo el año, todos los años: a lo lejos se puede ver la silueta de Miramar.

    Empiezo a saborear el gusto a sal, a la mezcla de protector solar y agua de mar. En la piel comienzo a sentir el calor abrazador del sol, el viento revoloteandome el pelo mientras pedaleo por la costa.

    Cierro los ojos y veo el destello naranja del amanecer, puedo escuchar el oleaje que choca con la costa una y otra vez, por y para siempre.

    Llegamos a la terminal y ya puedo sentir la felicidad de saber que estoy en mi hogar, ese lugar que me espera año tras año para llenarme de paz, de gratitud, de esperanza.

    Ese lugar donde pude conectar con quien era, con quien soy, con quien quiero ser. Llego a Miramar y mis problemas quedan atrás, mi malestar vuelve al conurbano con los que se van.

    Me urge llegar al mar, recorrer la ciudad, disfrutar del sol de la tarde, del mate comiendo chipa, de la mochila llena de arena, del viento, de la vida.

    Los días pasan de manera fugaz. En un abrir y cerrar de ojos estoy de nuevo en esa terminal, la que brillaba cuando llegué, la que me saluda burlona cuando toca volver. El micro avanza hacia Capital por el borde del mar y ahora la lluvia es una procesión interna, tratando de arrastrar la tristeza de dejar mi hogar.

    Cierro los ojos y todavía estoy ahí, sentada frente al mar, un movimiento brusco me trae de nuevo a la realidad. La ciudad de la furia me avisa lo mal que la voy a pasar hasta que regrese a Miramar.

    Lucia

    Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor

    Comprar un cafecito

    Comentarios

    No hay comentarios todavía, sé el primero!

    Debes iniciar sesión para comentar

    Iniciar sesión