Lentamente desgarraba mi alma,
atónito ante la escena que me consumía lentamente.
Sus ojos se veían perdidos,
un grito de auxilio en una mirada.
El amor desbordaba de su rostro,
no me anhelaba a mí: anhelaba a alguien más.
Todo ese amor entero que ahogaba mi esperanza
. Un corazón herido, tal vez ni siquiera lo supo.
le di el arma para que me hiciera daño,
pero accidentalmente, yo mismo me ataqué.
Sus miradas,
tan comunes,
incendiaron un ideal.
Maldita sea mi ingenuidad que una vez mas me traiciona,
que otra vez me juega una mala pasada.
La vida,
existencia absurda,
mirada infantil.
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