Mio

Eres mío.

Mío en alma

en sangre

en respiro.

Mío

en cuerpo

en piel estremecida,

en los suspiros

que muerden la noche

cuando pronuncias

mi nombre sin voz.

Tu cuerpo

es mi templo

mi refugio

y mi incendio.

Es el altar

donde arrodillo mi deseo,

donde mis manos

se vuelven credo

y mi boca reza

sobre tu piel desnuda.

Eres mi santuario,

mi fe ciega

y mi herejía,

la condena deliciosa

de poseerte

hasta el último latido.

Eres mi propiedad,

no por cadenas

ni promesas susurradas,

sino porque en cada caricia

grabas tu nombre en mi carne,

y en cada beso,

te adueñas de mi alma

sin piedad.

Eres mío

Eres mío

cuando te entregas

sin resistencia,

cuando mi aliento

se funde con el tuyo,

cuando mi cuerpo

te reclama,

y el tuyo responde

con hambre y furia.

Eres mío

en la herida

que dejan mis dedos,

en las marcas

invisibles de mi boca,

en los delirios

que siembro en tu piel

cuando mi lengua dibuja

senderos de fuego.

Eres mío

en los amaneceres rotos,

en los silencios

que gritan tu deseo,

en cada jadeo que estalla

como un verso prohibido

entre tus labios.

Mío

en esta noche

que se clava en los huesos,

mío

en esta locura

que no conoce tregua,

mío

porque te has perdido

(en mí)

y yo

me he condenado a ti.

Eres mío

y te amo.

con la desesperación

de quien ha probado el cielo

y no concibe la idea

de caer.

Te amo

con las manos que buscan,

con la boca que arde,

con los ojos

que te graban

en cada parpadeo.

Te amo

en lo que digo

y en lo que callo,

en lo que mis besos gritan

cuando se clavan en tu piel

como juramentos.

Te amo

sin tregua

din medida

sin retorno.

Eres mío,

y mi amor

te envuelve,

te atrapa,

te reclama,

como el destino reclama

lo que siempre ha sido suyo.

Y aunque el mundo arda a nuestro alrededor,

aunque el tiempo

intente

arrancarte de mis brazos,

aunque el destino

nos muerda

con sus fauces crueles…

seguirás siendo mío.

Porque yo, amor,

yo también soy tuya