MINI RESEÑA (#9)
ARAYA (1959) – Margot Benacerraf
Como primera intención de expandirme, me saldré de mi zona de confort para recorrer los filmes nacidos en mi tierra, esta vez, con un título de culto liderado por una pionera del cine venezolano y latinoamericano como lo es Margot Benacerraf con su obra ARAYA publicada en 1959. Margot es una pieza clave en la cronología del cine latinoamericano y su desarrollo, directora de culto que impulsó cultura donde no la había, ARAYA es ejemplo de esa visión. Acompañada por la narración del insigne José Ignacio Cabrujas, entre poesías y descripciones más literales, se describe a un pequeño pueblo ubicado en la península de Araya, en el estado Sucre al noroeste venezolano, cuyos habitantes viven de la pesca y la sal. Esta última, siendo el oro blanco que tatúo la identidad de los habitantes del pueblo, y del pueblo mismo.
Filmada a blanco y negro, con una narrativa visual pausada y lenta, y haciendo énfasis en tres grupos familiares, se logra capturar el proceso y rutina que lleva a cabo la comunidad de Araya. De sol a sol, de luna a luna, inagotable e imparable, son un pueblo que vive de la pesca y la exportación de sal. La sal es su patrimonio. Una tierra que con unas características aparentemente áridas donde la vida se imposibilita, logra dar paso a un ecosistema artesanal, rústico y humano, cómo decía Cabrujas en su narración “Araya tierra del sol, donde nada crece y la vida viene del mar”. Una tierra descubierta por colonos españoles en los 1500, pero que terminó siendo cultivada y cuidada por un pueblo que se aferró a su pedacito de tierra árida, a sus montañas blancas, y la fortuna de sus salinas.
El cine de Margot puede entenderse más como una poesía visual, una narración estética que se apoya en lo visual para hacer entrega de humanidad. Más que una película, o un corte documental, ARAYA funge como un cuento de la época, poniendo la mirada en esas cotidianidades escondidas de nuestro inmenso y paradisiaco territorio. Venezuela aún no ha sido narrada en entereza, en sus adentros quedan inexplorados miles de paisajes y vidas que solo son recordadas por el viento. Nuestra historia tiene vacíos, y películas como estas además de pioneras, son necesarias porque forman parte del registro que preserva nuestra memoria, y que mejor que esa preservación sea de la mano de una obra de este cuidado y tacto.
ARAYA es la historia de un pueblo nacido en la desolación de una tierra en la que no crecía nada, una crónica de civiles que nacieron, vivieron y murieron en la inmensidad blanca de las salinas de una península. Es el recuerdo de la existencia de un pueblo que se aferró a la vida, que en contra de todo pronóstico surgió y generó historia, su propia historia. Descrita desde una mirada reposada y tranquila, con una narración inmaculada, y unas visuales preciosas y cuidadas. Margot fue condecorada con distintos premios en diferentes festivales de la época, entre ellos dos galardones propiciados por el Festival de Cannes, pero considero que su premio más importante, fue dejar huella en un camino no pavimentado para dar norte y guía a quienes vinieron después para apreciar su obra, y expandirla. ARAYA es registro puro y venezolano de que aquí aún hay muchas historias que llevar al mundo.

Gabriel Hostos
Solo un muro en el que postearé mis escritos en todas sus posibles presentaciones. Rap, honoris causa
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