La inocencia de aquellos que han sido expuestos a todo es la misma que la que tienen los que no han sido expuestos a nada. Aunque parezca que la vida nos haga creer que ambas son pobres almas lastimadas, la realidad es que quien ha sido expuesto a medias no entiende nada. La vida de aquel que ha sido expuesto tendrá emociones y aventuras que un promedio no comprenderá, y aquel al que nada se le ha expuesto tendrá un millar de noches blancas por llenar. Pero, como decía antes, estas personas tienen algo en común, que a alguien expuesto a medias no le entrará en la cabeza, y es que estas almas luchan ferozmente por crear una realidad imaginaria, creada por el placer de sus mentes, para poder absorber el todo o la nada. Y ahora que lo pienso, sí, hay una característica que nos iguala a todos, a los que hemos sufrido, a los que hemos sido criados entre pompas de nube suave y a los que hemos tenido una mezcla de esto, y es que al fin y al cabo queremos, imaginamos, creamos, soñamos realidades que solo existen por la inconformidad del ser humano. Cuando comprendemos esto, finalmente se abre ante nosotros una nueva libertad que solo existe en sueños, y es que “mientras sueña, nada desea, porque está por encima de todo anhelo, porque sus sueños satisfacen todas sus necesidades. Es artista de su propia vida y en cada momento la crea a su gusto.” Pero solamente se entrama cuando aflora la inocencia de aquel que ha vivido a medias, a todo y a nada.
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