Siempre le tuve miedo al silencio,
al silencio de la noche,
al silencio del quizás,
al silencio que dejas
cuando te vas;
cuando marchas a otros cuerpos,
a otros besos,
a otros pensamientos.
Siempre le tuve miedo al destino,
a sus garras que amenazan
y a su fría mirada
que intimida,
a su facilidad para borrar de tu vida
todo cuanto quisiste.
Siempre le tuve miedo a las palabras,
a las palabras llenas de mí,
a las palabras que se escapan,
a los susurros de madrugada.
Siempre le tuve miedo a su libertad,
a su manera de reflejar con exactitud
cuánto se puede amar.
No entiendo ni siquiera mis miedos,
no entiendo por qué siento
o por qué deba ocultarlo.
No quiero acatarlo,
no quiero ser quien obedezca
a las leyes que el tiempo impuso
como una pena,
pena de muerte
o dulce condena.
No quiero ser rehén de tu cuerpo,
pero mi alma
muere por serlo.

Blanca Bermúdez
Escribo para sacar del alma lo que no se puede decir en voz alta. No soy perfecta, pero cada poema es una parte real de mí. Gracias por leerme. Quédate. Comenta.
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