mobile isologo
    buscar...

    Miedo

    Gio

    May 28, 2025

    0
    Miedo
    Empieza a escribir gratis en quaderno

    Desde las afueras de la ciudad, las luces parecen una jaula.

    Una mirada perdida salía de tu rostro; ya no te brillaban los ojos cuando abrazabas tus rodillas.

    —Es una jaula.

    Agachaste un poco más la mirada. Creo que esperabas otra respuesta en ese momento.

    —A veces sueño que me pierdo entre sus calles. Da miedo.

    —¿Qué fue lo primero que buscaste cuando tuviste ese sueño?

    Volteaste un poco a verme. Mi chamarra no era suficiente, y un poco de frío se notaba en tu respiración.

    —A ti.

    Me lo dijiste con una voz un poco quebrada.

    —¿Por qué? —intenté acercarme un poco.

    —No lo sé. A veces me das paz… y a veces miedo.

    Creo que en ese momento cualquiera de las dos me hubiera funcionado.

    —¿Por qué el miedo?

    —Creo que me siento más protegida en ese momento.

    Hubo silencio.

    Te acercaste apenas un poco.

    —Miedo —murmuraste para ti misma.

    No dije nada.

    Solo me quedé.

    —En ese sueño que tuviste… ¿me encontraste?

    —Sí, te encontré.

    —¿Y te di miedo?

    —No sentí absolutamente nada.

    El corazón se me aceleró por un pequeño instante.

    —¿Cómo iba vestido?

    —Como siempre. Gorra, chamarra, pulsera.

    —¿Volviste a tomar mi chamarra?

    Sonreíste un poco.

    —Solo puse mis manos en tus bolsas. Pero se sentía raro. Ya sabes cómo son los sueños cuando haces algo muy específico.

    —¿Mi cara?

    Me interrumpiste.

    —No la vi. Era difusa.

    Empezaste a temblar un poco, abrazaste con más fuerza tus rodillas.

    —¿Dije algo?

    —Mi nombre.

    —Cuando lo dijiste… sí me dio miedo.

    —¿Por qué?

    —Porque recuerdo tu voz demasiado bien.

    Otra vez,

    el silencio.

    Esta vez nadie lo rompió.

    Te acercaste, como siempre, te recostaste en mi hombro.

    —Deberíamos irnos.

    —Sí, hace frío, vamos.

    —Hablo de la jaula, del miedo, de todo.

    Volviste a decorarte con esos pequeños reflejos de luz roja de los carros que pasaban.

    Una pequeña chispa cayó exactamente en la punta de mi dedo.

    –Con ese dedo acaricié tu rostro.

    Pusiste mi mano por completo en tu mejilla.

    Esta vez, la respuesta no era necesaria.

    Gio

    Comentarios

    No hay comentarios todavía, sé el primero!

    Debes iniciar sesión para comentar

    Iniciar sesión