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Mi última flor

Jun 3, 2024

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Mi última flor
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XVII-II-XXIV

Me hace falta un cigarro para pensar. Al despertarme hoy con la cruda consecuencia de existir recurro a mis métodos para representar mejor la idea del ayer.

Ahorrémonos los detalles, hacía mucho calor y el sol resplandecía en un amarillo que lastimaba mis ojos, no importaba, porque tenía decidida la idea de ir a verla.

Tráfico ensordecedor, la sucia ciudad, gente caminando apresurada, charlando animosamente y pobres revolviendo la basura, miseria en contrastes ostentosos. Muere mi auricular, me quedo sin música y es mi propia muerte.

Sumido en mis pensamientos intento tratar de olvidar, es imposible y yo conozco un método para ello. La impaciencia me corroe durante todo el recorrido hasta que al fin salto expulsado de la línea 28. Nuevamente me encuentro en la calle. Veo a un man encendiendo un cigarro y pienso ir a pedirle fuego, pero todavía no es momento de calmar. Veo a una chica sacarse una foto y pienso en las fotos que ella se solía sacar. Su rostro ahora invade mi mente y mis pensamientos se pierden en una nostálgica marea de confusión.

La llamo y no me responde, me atiende, pero corta la llamada, ya no pienso con claridad, entonces le escribo. Me dice que la olvide, que no la moleste, que ya no quiere hablar conmigo.

Pensé en escribirle otro poema, otras canciones pero nada puede salvarme, ni siquiera el inútil pulso de mi caligrafía o la vana nota de mi instrumento, mi trémula voz ya no evoca nada.

Entonces camino hasta un bar, palacio de mi soledad, agujero subterráneo y me cobijo con el humo y me adentro al vaso. Miro los árboles, los edificios, las paredes, las caras. Pero solamente consigo encontrarte y estás ahí habitando un mundo similar al mío, sé que sientes, creo conocer lo que imaginas.

De pronto el mundo pierde su color porque me invade el llanto, pero no caen lágrimas, solo hay una tos y deglución de brebaje.

Compro otra cerveza, mi dinero se esparce por el mundo, busca otras pertenencias, yo patino asustado, todo lo que poseo está aquí escrito.

Vuelvo a sentarme, a fumar, a mirar, las miradas me responden, me sonríen, me invitan, pero ningún rostro es el rostro de mi mundo. Disimulo el dolor, converso, río y socializo. Lo recuerdo, el país está al borde de su histórico fascismo, ella estará en las barricadas expectante y yo marcho a su encuentro.

Cae el día, se asoma la noche, abrigado por la oscuridad me tambaleo. Agua que no es bendita fluye en mis adentros, su incoloro clamor me nutre, paro un rato a pensar si estaré haciendo lo correcto.

Y confirmo mi teoría cuando me lanzo al vacío por esta estúpida convicción. Sé que te amo, pero todavía no puedo decirlo. ¿Qué vale el mundo y la vida si no podemos decir lo que sentimos? esta pasión que arde ¿Debe ser aplacada con monotonía y nimiedades?.Miro al cielo esperando recibir la bendición de mis maestros.

Hombres y Mujeres de letras, personalidades del cine y la música, artistas, cultura que me compone y me forma. Paso frente al Panteón de los Héroes donde descansan vidas en la nada, ofrendo un pensamiento al soldado desconocido, último mutilado de la explosión guerrera, me veo reflejado en él pues yo también supe valerme en el fragor de la vida, de ahí mi seudónimo poeta.

Camino por la calle Palma, bajeo por Alberdi. Tantos policías, como en aquella canción de los Beatles pero sin el entramado de sonidos. Escucho los tambores, el griterío, saludo a gente que no me importa, les muestro los dientes en una mentira, cruzo palabras idiotas hasta que veo mi propósito flamear con la bandera.

Brillas tú con la fuerza gravitacional de mi universo, me atrae como a otros tu vibrante magnetismo.Te saludo y posas tu cabeza en mi hombro, me explota el corazón un segundo pero luego me esquivas y te distancias, entre cánticos y gritos te miro, no puedo dejar de hacerlo, busco tu sonrisa entre la gente, te diferencio de todas las personas.

Pero ya no lo aguanto, tengo que irme, te tomo del brazo, me sigues, te doy un ultimo regalo, un último beso en la frente y me dices que ya no quieres hablarme y yo muero.

Emprendo mi rumbo, me siento patético, toda la ciudad ¿de mí se estará riendo?. Hago llamadas,busco a mis amigos, nadie responde. Planeo un suicidio, pienso en la muerte, escribo a mi familia para no preocuparlos y asumo una desolación infernal en mi alma.

Me repito a mí mismo mientras camino "mi última flor" "mi última flor" contengo el llanto y me pregunto: ¿Cuándo?. El amor de Vilariño, lo recito volviendo al bar, tomo otro par, esta vez , ya no hablo con nadie, estoy completamente solo, un extraño sentimiento me reconforta; el saber que acompaño el sufrimiento con las letras, recito mil poemas en mi mente, compongo muchas canciones en mis adentros, intento destruirme, pero soy invencible, abandono el antro y vuelvo a mi ciudad en el bus.

Siniestros pensamientos me acompañan, la llamada de un amigo me salva, voy y bebo junto a ellos, pero todavía no intento olvidarla.

Soldado Desnudo

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