Mi objeto perdido

Desperté de golpe luego de un sueño muy extraño, apenas había luz en el cuarto, por eso supuse que estaba amaneciendo. Corroboré en el celular que eran alrededor de las siete de la mañana, muy temprano todavía, quería dormir, pero nada me dejaría volver a ese mismo sueño. Algo recordaba que me había dejado con ganas de volver, la sensación de encontrar lo que perdí en casa. Hace tres días que llevo buscándolo por cada rincón.

El primer día recuerdo que lo necesitaba y fui al mismo lugar de siempre, donde siempre lo guardé, pero qué extraño fue encontrarme con ese cajón vacío. Me habré confundido, pensé, pero luego de revisar cada cajón de la casa mi angustia fue en aumento. Lo cuidaba muy bien y no recordaba haberlo movido de lugar, tampoco lo usaba otra persona que no fuera yo. Cuando terminé de revisar no sabía para qué lo necesitaba en primer lugar, solo que juraba haberlo guardado ahí, en ese lugar, y quería regresarlo a donde pertenecía.

El segundo día dejé de confiar en mi cabeza. Seguro mi memoria estaba fallando y consideré que un cambio de lugar habría sido lo suficientemente inteligente, incluso para salvarlo de mis propias manos. Ahora creo que fue algo muy estúpido. Si las cosas que más queremos están ahí y estamos conformes con su lugar ¿por qué cambiar algo tan suficiente? Al final era muy cierto eso de apreciar las cosas en el momento en que dejamos de tenerlas.

El tercer día me obsesioné por encontrarlo, tanto que la primera mitad del día me dediqué a desordenar la casa y la segunda mitad del día me dediqué a ordenar la casa. Casi pierdo otras cosas en el revoleo, también encontré viejas porquerías que me hicieron viajar a distintos años ¿Dónde estaría? Entre el polvo, alguna que otra lágrima y discusiones intrafamiliares, me sentí más lejos de mi preciado objeto. Ya olvidaba su tamaño, no podía distinguir en qué rincones podría entrar y en cuáles no.

Por la noche no podía dormir, quería retener en mi cabeza la imagen perfecta, el recuerdo más vívido posible y mientras repasaba su tamaño, su forma, su aroma, un pensamiento hizo detenerme: ¿marrón o verde? Pasé el resto de la noche tratando de recordar su color. Busqué fotos y videos que me tranquilizaran, pero no me podía perdonar. Su imagen se borraría pronto si no lo encontraba. Entre esa maraña mental me dormí profundamente.

Fue esta mañana, entonces, cuando desperté de golpe, alrededor de las siete, de ese extraño sueño. Parecía más una pesadilla donde buscaba algo entre mi ropa, me vestía y desvestía porque sentía que tenía pegado algo que no era mío. Algo me picaba, quería encontrarlo y saber qué era lo que me molestaba y no podía ver. Lo que recuerdo del sueño es aquella necesidad de tomar con las manos algo que se me escapó.

Mi mamá me preguntó por qué había desordenado y ordenado la casa el día anterior y simplemente no recordé la razón.

-No pude encontrar algo que estaba buscando- le dije.

Mi desesperación ahora era entender qué era lo que buscaba ayer. Hay algo que no tengo y no sé que es.

Fue entonces que decidí pedirte ayuda, me fui a la puerta de atrás, esperando que ya estuvieras despierta tomando mate. Toqué tres veces la puerta y no me abriste. Fui a buscar la llave para no hacerte levantar de la cama, pero no estabas en la cama. No estabas tomando mate ni estabas por el resto de la casa. No estaba el mate, no estaba la cama, no estabas vos.

Qué tonta, por un momento me confundí, me olvidé lo que significaba que nunca más ibas a volver. Me reí en tu casa vacía. Me detuve en mitad del comedor y me costó reconocerme ¿Qué era esta piel, estos ojos, estos pensamientos, este cuerpo, estos anhelos, si no me pensas más?

Creo que esta mañana me desperté en el pasado, donde las cosas estaban en su lugar y yo estaba cómoda. Estaba en un tiempo donde el acostumbramiento de tenerte cerca me definía. Ahora voy por los rincones, busco todo el tiempo, espero y sueño que hayas escondido esa imagen mía, esa parte de mi que te pertenecía, eso que cuando te fuiste te llevaste con vos.