mirada frívola, manos que tiemblan
frenesí desdeñante hacia mí
hija de las sombras que habitan esta casa
encantada por el deseo de morir
flagelada completamente por mil hojas otoñales y amarillentas
se hace de noche en una ciudad sin luces
acarreo cientos de contratiempos
hostilidad en un lugar llamado hogar
visibles rayos se asientan sobre la tierra de la que alguna vez seré parte
soy una ceniza apagándose rápidamente al viento atroz
mientras intenta revivir sin gloria
oscuros ojos me observan desde la nada misma
miedo
petrificante deseo de volverme una con la naturaleza
ser siendo yo, ser siendo un ocaso
ser impetuosa frente a la muerte que viste de cascabeles harapientos que aún así son música para mis oídos
y me dejo llamar a la tibia espera de dejar de ser
ultimátum penetrante en mis huesos, duele
una jaula abierta de la cual no me fugo
veintitres velas a mí alrededor como una intimidación
solemne
procesión de ideas de muerte
no estar presente estando presente sin estarlo
estallo interiormente en mil pedacitos, inasequible volver a montarme
moriré
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