Mi mente no traduce mi ser - Reflexiones de una mente ruidosa

¿Cómo expresar el universo que habita en mí? ¿Cómo explicarte lo que me pasa si hemos reducido nuestras emociones a palabras que siempre quedan pequeñas?

Si digo que estoy triste, la tristeza se queda en eso, en una palabra diminuta. Pero dentro de mí, un mar tormentoso me ahoga. Soy un ecosistema donde las raíces de un bosque se enredan con las mareas; donde el aire y el viento de mi mente pueden volverse tornados que arrasan con todo lo que soy. Hay arenas movedizas de incertidumbre en mis pasos, desiertos áridos que queman en la soledad. Tengo montañas rocosas y empinadas que debo escalar, porque en ellas yacen creencias y prejuicios que me limitan.

¿Cómo explicarte lo que siento si mis emociones se funden entre sí, creando matices imposibles de nombrar? A veces, cuando no intento racionalizarlas, las veo en colores y texturas. Y es ahí, en su estado puro, cuando más conecto con ellas: cuando no las fuerzo a encajar en palabras diminutas que intentan abarcar universos enteros.

Me gusta escuchar a otros. Descubro palabras nuevas, palabras que nacen de la necesidad de nombrar lo innombrable, y otras que ya existen, pero que cobran un significado distinto en boca de quienes las pronuncian. Palabras que, a veces, traen paz a una mente que busca encasillar todo con etiquetas. Palabras como todes, que a algunos irrita y a otros visibiliza en este mundo lleno de universos. Me gusta escuchar y observar, porque en el universo que es el otro encuentro preguntas y respuestas que expanden o clarifican mi propio mundo interior.

Tal vez por eso siempre me ha costado explicar lo que me pasa. Mi mente estructurada se queda corta frente al caos abstracto que soy. Aun así, acá dejo estas palabras: un reflejo imperfecto de este universo que habito y que sigo explorando.