Cuidarme era el único paso que debiste dar mientras me caía lentamente al suelo, ni siquiera fueron tus brazos, fue un maldito piso de cemento que me había dejado con moretones y manchas de sangre. La inocencia estaba por los suelos y tú te escabulliste por ahí hasta encontrar la única piel en blanco que me quedaba, absorbía tu boca llena de silencios mis últimos suspiros hasta quebrantarse. La pérdida de la inocencia se siente hasta los huesos, la inocencia no era lo único que me quitaste, la inocencia era el golpe de mi adolescencia más triste en duelo muerto.
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