mi flaco el que vende rosas

Conocí a mi flaco un sábado por la noche mientras él vendía rosas en los ríeles que pasan por mi casa, yo ya le había echado el ojo pero tampoco me atrevía a hablarle, no porque tuviera miedo, yo casi nunca tengo miedo, o bueno, no quiero hablar de eso. Lo que sí es que me di mi tiempo, a veces cruzábamos miradas pero nada más, tampoco me imaginaba mucho con él, era el flaco que vendía rosas en los ríeles y hasta ahí llegaba.

Me hablaron de él, disque se había metido con un compa del barrio, que era narco, o que simplemente vendía rosas para tener algo que cenar por las noches, no le di mucha importancia, tampoco soy tan mitotero y la verdad es que se veía niño bien. Aquel sábado por la noche ya estaba preparando sus tiliches para irse, faltaban minutos para que el ocaso se terminase y yo le compré una de las últimas rosas que tenía, medio le tiré los perros, la neta, no voy a mentir, y él nomás se reía, me pareció lindo y también cuando le rebajó cinco pesos a la rosa "por guapo".

Los siguientes sábados (tampoco han pasado tantos desde la primera vez) le seguí comprando rosas, luego me las intentaba regalar pero tampoco se las aceptaba, luego yo lo invitaba a cenar y tampoco me lo aceptaba, era como nuestro propio juego, aunque tal vez solo éramos demasiado modestos. Luego me contó que no era tan pobre como parecía, que sus tíos de la frontera le dejaban las reservas de rosas cada domingo y él las vendía toda la semana, o sea que no trabajaba por necesidad, lo hacía más por el gusto y por el aroma que desprendían las flores cuando las recibía.

Era (es) lindo, buena gente, pasé por tantos corazones rotos que no me había dado cuenta de que me estaban queriendo para algo bien, cuando me percaté de ello me asusté, y yo que decía que nunca tenía miedo la verdad estaba cagado hasta las patas, y se lo conté, no le quería mentir, el nomás me dijo que lo dejara fluir todo, eso me calmó. Luego lo supe, que era como un regalo del universo; tengo estas mañas de creer en lo que no se ve, y tal vez dormir con la carta de los enamorados bajo mi almohada había dado resultado, o quizá mi Virgencita ya se había compadecido de mí, "ya aviéntenle uno bien, ya pasó por mucho" habrá dicho, cosa que no lo dudo, pues pasé noches enteras rezando por alguien que se atreviera a amarme, luego me pongo bien pinche loco y se asustan, pero cuando le conté que a veces me comportaba medio suicida él nomás dijo que no pasaba nada, que luego todos teníamos esos momentos en los que nos queríamos morir, pero yo no sé qué tan cierto fuese eso, no creo que todos se quisiesen morir de vez en cuando, es que tal vez, quizá, él se quería morir de vez en cuando, no pensé mucho en ello, pero sí me preocupé, entonces lo besé.