Una se convierte aquello que vio, que anhelo, pero no entendía
hoy, que soy lo que soy, no lo anhelo, pero entiendo una parte de aquello;
nunca voy a saber la verdadera razón de tu partida, pero ya no la juzgo, me gustaría entenderla, para eso aún me falta camino,
quisiera que fuera noviembre para celebrar tu cumpleaños juntos y tener la excusa para sentarme en tus piernas y pedir mi único deseo: una vida sin tu partida.
Pero padre mírame a los ojos y dime
que tu mejor decisión fue tomar ese otro camino, esa otra vida.
Tantas noches lloré, tantos días te borré de mi memoria, pero es imposible porque tu habitas en mi corazón, sigues en mis sueños y jamás dejaste de pertenecer a mi ilusión.
Ayer fui a hablar con esa niña y le dije: que estoy bien, ella no lo creía porque no lo entendía, así que me tuve que ir, y dejarla en donde tú la olvidaste.
El amor todo lo transforma y hoy tengo más grande el corazón que el recuerdo de tu partida, pero es porque ahora lo entiendo, tú no me debes nada, pero si aún quieres abrazar a tu niña, ella te está esperando, fingiendo que no le pesa, que no le duele.
Hoy conozco como el amor, el recuerdo y el perdón conviven en mi estómago y nace en mí un abrazo que a lo mejor nunca te di por el odio que sentía,
cuando quieras acá está la mujer y la niña que creaste.
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