Ya no es hambre.
Ya no es miedo.
Es algo más suave,
más silencioso…
pero igual de profundo.
Ahora solo quiero protegerte.
Cuidarte de todo, incluso de mí.
Sostener tu cuerpo frágil contra el mío,
aunque el mío no tenga calor.
Aunque nunca pueda darte el sol,
te daría la noche más serena.
Quiero abrazarte hasta que el mundo se calle.
Hasta que tu respiración se mezcle con mi silencio.
Hasta que entiendas que no necesito tu sangre,
solo tu existencia.
Porque tú eres vida,
y no quiero poseerla.
Solo quiero verla crecer,
acompañarla desde mi sombra,
y ser el refugio donde puedas descansar sin miedo.
Quiero quedarme.
No por necesidad,
sino por elección.
Porque aún siendo un cuerpo frío,
yo también sé amar.
Y lo que siento por ti…
no busca consumir,
sino sostener.
Eres calor,
y yo no quiero apagarlo.
Solo quiero estar cerca,
aunque sea desde la orilla,
aunque nunca me devuelvas lo mismo.
Porque te amo,
y eso, por fin,
es suficiente.
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