Después de años, ahí estaban frente a frente en lo que sería una entrevista de trabajo. Ella aspirante al puesto de Asistente Personal, sin saber que él sería el jefe.
Ahí estaba de nuevo ella, creyendo que había superado los sentimientos que él despertó, los que con valentía y miedo una vez confesó solo para liberar la compresión que sentía en el pecho, los sentimientos que le quemaban las entrañas y cada noche le hacían sentir tan sola y llena de amor. Los mismos que cada mañana le impulsaban a salir de su cama solo con la esperanza de poder cruzarlo en algún pasillo y ver su sonrisa.
Esa sonrisa que le movía el suelo, la sonrisa con la que más de una vez llegó a soñar, la que le generaba tanta ternura y deseos de besar. Esa sonrisa que nunca iba a poder olvidar, la que aunque sea de lejos la llenaba de energía y felicidad haciendo que ella sonriera de manera involuntaria.
Creyendo que todos esos sentimientos eran ahora cosa del pasado, estaba ahí sentada con el corazón revuelto frente a quien fuera el motor en su adolescencia, frente a quién le enseñó que el amor puede ser egoísta o devoto dependiendo del lado en el que te encuentres, quién sin saberlo la lastimó en demasía, pero a quién a pesar de todo quiso de manera sincera y desinteresada.
Ya que sabía que con él no tendría oportunidad alguna tuvo que conformarse con confesar sus sentimientos a su fiel diario, nunca su valentía fue tan grande como su miedo como para acercarse a hablar con él.
Así es como ahí estaba ella, tratando de ordenar sus pensamientos y mostrarse como profesional a pesar de que sentía que su ALMA SE VOLVÍA A DESORDENAR... 💔
Valeria Diaz
Prospecto de escritora, pensadora amateur. A veces inspirada otras muy estancada pero siempre intentando!
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