Mezcolanza.

Bronca.

Que bronca que mi memoria me haga jodas, que todo en mi cabeza se haga una bosta.

¿Está demasiado mal?

No me gustaba hacer listas, pero si estaba con vos quería estar lista.

Y guardo tus gustos en una cajita para no perder su esencia tan bonita.

Serás de mis cartas más leídas — De mis flores, mi favorita.

Y me bañaría en tus respuestas... hasta que mi piel envejezca.

Soy amante de los quizzes y respondería tus preguntas de a miles.

Aunque seamos humanos, te plasmaré en una obra de arte, aguardando que sea eterna. Ojalá todos reconozcan, entre tus colores y conceptos, el valor de ellos.

Tus fervientes besos, que se marcaron en mi piel como pasos en la playa, no quiero que se borren.

Las puntas de tus dientes encajaban perfectamente en mí, la frase de Melanie Martínez que encuentro perfecta.

Tu voz me llevó nuevamente a la complicidad con la felicidad genuina de lo que era escuchar la melodía del timbre para salir de clases.

Y tu risa hizo que quisiera convertirme en la mejor comediante para escucharla para siempre, en repetición infinita.

Mi mente, corazón y cuerpo no dudaron en convertirse en tus más grandes fans cuando cantaste. No importa dónde estés, seguiré siendo tu fanática, anhelando escuchar tu canto nuevamente.

Nunca antes me había atraído la miel, pero ver la dulzura que desbordaba desde tus ojos despertó en mí un ansia por probarla, quería envolverme en tu pegajosa mirada y sumergirme por siempre.

Tu cuerpo es único, como una huella dactilar. Tus curvas se deslizan como ríos de éxtasis y cada uno de tus planos reluce como estrellas.

Es imposible no querer admirarte cada segundo de vida.

Tu inteligencia es una sinfonía que se desenvuelve con gracia y elegancia, como si cada palabra y concepto estuvieran en perfecta armonía.

Te reservé un lugar donde pudieras acaparar todo lo que quisieras.

Y te permití que me vistieras con lo que tenías.

Y yo amo – amé conocerte un poco.