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    "Metamorfosis continua"

    Aug 27, 2024

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    "Metamorfosis continua"
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    Todas las mañanas me levanto con la misma sensación de agobio y pesar. Actuar por pura inercia es dejar que la rutina nos absorba bajo el piloto automático de la normalidad. Salir de la cama, resfregarme los ojos y ponerme las pantuflas... Está fresco pienso mientras me sacó algunos mechones de la cara y me ato el pelo en una cola alta. Nina, mi gata atigrada, se da vuelta y me mira por sobre las colchas al ver que me levanto para salir de su lado. La vida del gato es eso, dormir y comer, alternando el orden. ¿Cómo sería mi vida si pudiera hacer lo mismo que ella?

    Siempre que voy hacia el ropero tengo la misma duda: ¿Cómo me visto para hoy?, ¿qué busco decir a través de mi ropa? Esta vez elijo unos jeans de los que mejor me quedan para no ponerme cinto y un pulóver de lana que va sobre la camiseta de dormir. En ese momento, me decido por agregar una chalina a juego y separo la campera negra de todos los días de frío. Todavía somnolienta, me pongo desodorante y un poco de perfume...

    La cocina me recibe en penumbras, con los escasos rayos de un tenue sol que entra por la ventanita de una de las puertas. Abro la ventana en vez de encender la luz a ver si puedo adivinar cómo va a estar el clima para hoy y voy a poner la pava. Hoy todavía no decidí si tengo ganas de prepararme unos mates o un termo de café que me dure hasta el viaje en colectivo.

    Estoy cansada de la inercia, de repetir todos los días las mismas acciones, recorrer los mismos lugares, pensar las mismas cosas… No hay cambios de escenarios ni de personajes en esta rutina que nos envuelve hasta matarnos. Ya no hay nada que me sorprenda y no estoy segura de cuánto más podré aguantar. Este vacío que me corrompe por dentro se manifiesta cada vez que me escapo, en sueños, a cualquier mundo de fantasía.

    Me acuerdo que anoche soñé con una historia de amor, con algo que nunca pasó... Probablemente sólo haya sido algo así como copiar la trama de una película pero no estoy segura. Lo importante es que aquellas emociones que me asaltaron durante ese letargo me permitieron anular esta realidad fría y demasiado apática. Allí donde todo es posible, me dejé llevar por posibilidades infinitas, cambiando de roles y hasta de color de pelo.

    Quizás hoy sea el día en que todo se transforme al fin... Un punto de disrupción que me permita escapar de la quietud de esta normalidad atemorizante. Algo que oficie como punto de quiebre para poder hacer avanzar la trama de mi vida. Se trata de manifestar… la aparición de algo nuevo e inesperado que me permita capitalizar lo vivido y ganar fuerzas como impulso para el cambio que defina el rumbo de un destino prefijado.

    Con esa alteración en el hilo de los pensamientos de todos los días, decido prepararme un café mientras me dirijo al baño para lavarme la cara y así poder maquillarme. Son momentos decisivos porque, cada vez que me miro al espejo, me reconozco menos. Por eso no suelo hacerlo. Siempre me da miedo descubrir lo que me espera del otro lado, aun cuando pienso que algo como eso no puede afectarme. Mucho menos hoy cuando decidí que todo cambiaría para mí, con la promesa de una búsqueda y la adrenalina del nuevo comienzo.

    Tengo que ser positiva empiezo a repetirme como mantra cuando me estoy por poner la vincha para despejarme la cara y empezar a pasarme el jabón con la esponjita exfoliante. En eso estoy, de nuevo, en la pura rutina monocromática...

    No obstante, esa renovación de energías que intenta enfrentarse a mi pesimismo innato se derrumba ante un grito de estupor que proviene de mí, de mi boca más no de mi persona. Y es que, al otro lado del espejo, veo mis labios moverse aunque no soy yo quien habla. No logro reconocer a esa otra que está allí pero al parecer, ella sí sabe quién soy. Una silueta femenina, de cabellos rojizos y ojos color café me sonríe cínicamente. ¿Será que estoy delirando de nuevo?

    Ella me mira, con gotas de agua cayendo por sus mejillas, y trata de ensayar una sonrisa que no resulta ser más que una mueca de disconformidad. ¿Será una versión del pasado que viene a reclamarme algo que dejé sin resolver?, ¿un alter ego que me persigue, proveniente de aquel mundo de sueños y delirios imaginarios?, ¿una máscara que busca ser el nuevo rostro del comienzo de esta aventura?

    Ya nada me importa más que aceptar lo que venga y entregarme a la aventura a cambio de experimentar emociones más nítidas. Trato de imitar su sonrisa, amoldarme a su piel que es mi piel, encajar sus ojos en los míos. Después del enjuague, me recibe la blancura del papel en blanco, listo para ser llenado... La miro y me amigo con el reflejo de la que será mi nueva identidad en este mundo corrompido por las máscaras.

    Es ella la que ahora desayuna conmigo y me recuerda que no tengo que olvidarme de las llaves, la billetera y la tarjeta para el colectivo. Es quien camina junto a mí, con la postura recta y altiva como si quisiera que todo el mundo se volteara a verla. La seguridad de quien se camufla sin dejar ver aquello que está escondiendo y deja estupefactos a los que creen conocerla sólo con verla pasar.

    El viaje que siempre fue aburrido ahora es una fiesta sensorial de emociones varias. El cuchicheo de los desconocidos es reemplazado por música que nunca había escuchado mientras la apertura de la ventanilla me permite perderme en los paisajes otoñales, con hojas volando en anaranjadas tonalidades. La sonrisa semi inconsciente no escapa del bello rostro que me sigue en las transparencias del vidrio. Vamos juntas, lado a lado... aquella que fui hasta hace unas horas y esta que soy desde que decidí abrirme a la posibilidad de la metamorfosis.

    La verdad es que todavía conservo una parte de mí que se mantiene alerta ante la más mínima variación de los acontecimientos pero ya nada importa. Por primera vez en los veinticinco años que llevo de vida, alguien me mira. No es un llamado de atención sino un destello que escapa a lo vahídos del movimiento. Allí, en el asiento del al lado, alguien se sienta junto a mí y parece que me observa.

    En otras circunstancias, Carmen permanecería inmóvil, con la mirada hacia afuera, lejos de la atención del desconocido. Sin embargo, la Elizabeth que se despertó esta mañana no tiene miedo al reclamar la luz de algún reflector que enaltezca su protagonismo. Sólo por eso, dirige la vista hacia su acompañante para encontrar una silueta que tampoco parece figurar como la recordaba.

    El pasado que trato de dejar atrás me alcanza cuando menos lo espero pero, esta vez, tengo algo con que enfrentarlo. Esas memorias que también cambian, se fragmentan y reescriben con el paso del tiempo, hoy logran encontrar vestigios de Saida en esa muchacha sonriente que me mira como si tratara de leerme en algún lugar por fuera de la superficie…

    Me asusta pensar que este “nuevo comienzo” no es una primera vez. Quizás esa haya sido otra mentira que me dije a mí misma. Sentiría que estoy decepcionando a esta que decidió salir hoy y que nada tiene que ver con los errores que la otra ha venido cometiendo sistemáticamente desde que nació. No hay lugar para arrepentimientos y le pido perdón por obligarla a enfrentar a este otro fantasma que conoce y ha consumido mi dualidad.

    Hoy elegí salir a buscar algo de todo eso que siempre me vi negada a experimentar, por miedo, por no sentirme suficiente, porque no creía merecerlo… Y sí, tal vez no soy yo la que debiera elegir si merezco o no algo pero pasé muchos años autosaboteándome como para pretender que tengo que seguir sufriendo, viviendo en “piloto automático” como si esa fuera mi única opción.

    Alguien retornó de las sombras y casualmente me encontró. Dos almas que justo el mismo día, en el mismo instante, decidieron cambiar para poder ser. Aquella que durante años compartía conmigo las delicias del cariño sin condiciones, la inocencia de amar con cada fibra de su ser. Algo que mutó y me acompañó, escondido en lo más profundo de mi alma. Un sentimiento reprimido por fuera de los esquemas normalizadores que me recluyeron en la monotonía de la vida práctica.

    No solía pensar en lo que hacía, con quién estaba o cómo ser. La inmediatez de satisfacer deseos con objetos, fuera de toda reflexión. Por fuera de las caretas y máscaras, en los escombros de la vida pasada, hoy también recuperé algo de la ingenuidad de mi niñez. Allí donde los “te amo” eran cosa de todos los días, sin discriminación, ante la manifestación del puro sentimentalismo.

    Por eso esta visión que sigue haciendo contacto visual conmigo, tratando de leer mis pensamientos, me nubla el juicio. De nuevo, creo estar soñando dado lo irreal de esa presencia que esboza una media sonrisa y llega a tantear mi mano para acariciarla después de años de olvido. Ese volver a sentir envía descargas eléctricas a través de mi piel y se siente como volver a nacer. La magnitud de un encuentro declarado en algún lugar más allá de todo lo jamás escrito.

    Finalmente nos encontramos, lejos de las poses fingidas de esas fachadas que vamos asumiendo. Murallas protectoras de otros tiempos, perfiles de mediocridad que cambian de nombre pero nos alejan cada vez más. Hoy no es así. Una aventura por comenzar pero que, en realidad, estaba inscripta en los matices de una vida que debía elegir para por fin ver todo con nuevos colores. La decisión del comienzo, del inicio de los días, una nueva vida que me abrazaría hasta el final.

    Ella me vio y yo la miré… Y para que esto fuera cierto sólo tenía primero, que encontrarme a mí. Sólo bastaba una decisión, un volver a ser, en otro tiempo, en otro lugar... Un nuevo y verdadero yo.

    Elizabeth✨️

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