Esos ojos
que miran la profundidad del universo
relatan las vidas que existieron en tu piel.
Las distancias caminadas,
las lunas esperadas,
los andenes recorridos,
los metros y sus rieles por recorrer.
Penetran la noche y su aguacero,
la copiosa nostalgia
que desborda tu palabra,
la ambulante amanecida
en su retorno,
esa fugaz estela
que mis ojos perciben
en pérdida constante.
Ahora no hay senderos caminados
ni abrazos extendidos,
solo hay frío,
muchedumbre,
desolación,
pisadas inertes en la calle.
Ojalá,
no descubras
los enseres de la noche
cuando el ballet de mi memoria
dance tu cuerpo sin medirlo,
sin reencontrarlo,
sin silenciar
tu maroma y tu despido.
Te recorro la última tarde
para encontrar la paleta violeta
de tus ojos que llueven
en su distancia en mí,
aguaceros
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