No he querido borrarte de mi subconsciente
No quiero olvidar tus manos heladas
Sosteniendo la belleza de lo desconocido
Bebiendo de mi alma, entre mis piernas y mis ojos
No quiero quemar los barcos todavía
Ni que se marchiten las flores y fragancias
Te guardo como un doloroso secreto
Un susurro entre aquellas voces dormidas
Un aire fugaz y furtivo que cae y desciende
Entre las sábanas todas las noches, toda la vida
Esperando que lleve tu nombre, esperando
Entre las sombras de lo que nunca vivimos
Y en el recuerdo que nunca ha pasado
Cómo duele el paso lento de los días
Que corren y saltan cuando me siento dormida
Cuando siento que no respiro
Cuando no me llena de calma la vida
Y en la nostalgia de un sueño pasajero
Te persigo entre millones de flores
En un campo de belladona fresca
Que desencadena mil malestares
Y deja con la esperanza prohibida
De verte de nuevo en la otra existencia
De sujetarte en el borde de un lago de espinas
Donde empieza mi tristeza y acaba tu melancolía
Y sujetas mis anhelos como un deseo no cumplido
Una sentencia a muerte en una lenta agonía
Y si no te veo que desdicha la mía
Y si no me conoces puede empezar de cero
Con una lluvia torrencial hoy te libero
Y me entiendo con la muerte que ha quedado muda
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