Continúe caminando por la estación vacía de tren, alumbrando con mi linterna cada lugar que observaba, buscando algún indicio de Sandy, cualquier cosa fuera de lugar que pudiera decirme algo.
La verdad, no sé cómo no lo vi venir. Creo que en algún lugar recóndito de mi ser lo sabía, o al menos lo sospechaba.
Pero decidí no hacer caso. Reprimir cada sentimiento de duda. Porque al final, ¿Quién querría imaginar eso de la persona en quien más confía?
Tal vez fue por los propios ruidos que yo generaba que no me di cuenta, o más bien, no quería creerlo. Escuché unos ruidos de gravilla que no coincidían con los míos pero no, no podía ser, ¿Por qué tendría que ser?
Solo enfrenté la cruda realidad cuando oí un sonido metálico detrás de mí, justo en mi nuca, para luego sentir algo frío en el centro.
Me paralicé.
Sentía como un sudor helado comenzaba a brotar por las palmas de mis manos y frente. Mi corazón comenzó a saltar en mi pecho y el respirar me resultó aun mas pesado. Me sentía abrumado, atrapado, como si tuviera un bloque macizo de metal encima de el pecho que me impidiera respirar.
Entonces escuché una voz. Algo rasposa pero a la vez aguda, la voz que esperarías de una persona amable y tal vez algo tímida. Una voz que yo conocía perfectamente.
-date la vuelta...- dijo él en voz baja.
Yo lo hice.
Me di la vuelta lentamente para enfrentar el mayor golpe de realidad que he tenido en toda mi vida.
Frente a mi estaba mi mejor amigo, mi confidente, casi mi hermano, sosteniendo un arma que apuntaba directamente a mi cabeza. Sin poder evitarlo, unas cuantas lagrimas comenzaron a caer por mis mejillas y mi cuerpo comenzó a temblar.
No porque tuviera miedo, sino porque era él.
La persona con la que me desahogué, el hombro en el que lloré incontables veces cuando el mundo se sentía demasiado.
Era justamente él quien estaba a punto de terminar con mi vida.
Estuvimos por unos minutos en silencio, sin ninguno de los dos mover un musculo. Yo no podía quitar mi vista del cañón de la pistola, aún estaba procesando todo, pero sabía cuál iba a ser el final.
Conocía a mi mejor amigo. Más de lo que hubiera querido hacerlo.
No tenía oportunidad y por más que la tuviera, no estoy seguro de que la habría tomado. Entonces, simplemente quise expresé lo que sentía una vez más a mi mejor amigo.
-no dejes que Lizy encuentre mi cuerpo y... cuida a paco por mí-. Dije en un tono bajo y algo ronco mientras miraba a los ojos de mi mejor amigo por primera vez desde que supe que me di la vuelta.
Fue entonces cuando note que sus ojos estaban llenos de lágrimas. Él no quería hacerlo, sabía que le dolía tanto como a mí. Pero aparte de pena y tristeza en sus ojos, vi determinación.
Él iba a hacerlo.
-yo... lo siento... realmente lo siento- me dijo él, con voz rota y temblorosa.
Yo sonreí ligeramente aún con lágrimas en mis ojos y dije finalmente.
-siempre serás mi mejor amigo-
él me sonrió levemente también.
Apoyo el cañón contra mi frente y cuando sentí el frio metal contra mí, cerré los ojos mientras mi respiración salía ya temblorosa.
Quitó el seguro.
Y disparó.

Navier Dulce
Escribo mini relatos MUY de vez en cuando. Algún día escribiré ese libro, ese día no será hoy
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